El publicitado y esperado «enlace» entre los pequeños ayuntamientos de Oza dos Ríos y Cesuras va camino de convertirse en una suspensión de la ceremonia por falta de fondos. Los protagonistas guardan silencio en público, pero apuntan con el dedo acusador a la lentitud de acción política de entidades superiores, léase la Xunta y, sobre todo, la Diputación, por su afán de querer controlar los tiempos y acompasar el proceso de fusión a no se sabe qué extraños intereses que, aparentemente, poco tienen que ver con los de los vecinos. El resultado de todo el proceso es que los dos alcaldes, Julián Lucas (Cesuras) y Pablo González (Oza dos Ríos), están empezando a perder la paciencia y, sobre todo, las razones con las que intentaban convencer a sus vecinos de la idoneidad del proceso de integración de los dos entes locales.
Lo que empezó con una cascada de elogios por su valentía se ha convertido en un ejercicio de fe -«creer en lo que no vimos», según el viejo catecismo-. Al regidor de Oza, por ejemplo, le ha tocado la peor parte del león. Son muchos los residentes en el municipio que le culpan de haber vendido humo con la instalación de la nueva planta de Begano en el municipio, que ahora se retrasará cuatro años al menos por la venta de la empresa coruñesa -otra más- a la catalana Cobega. Lo que González no se atreve a decir abiertamente es que una de las causas de ese retraso son las maniobras de personas muy cercanas a la exvicepresidenta de la Diputación y exalcaldesa de Betanzos Mari Faraldo para retrasar primero la adquisición de los terrenos donde instalar la factoría y luego de los trámites urbanísticos de rigor.
Otros episodios. Ese lance es uno más de la larga carrera que empezó el pasado mes de marzo cuando el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, anunció en el debate sobre el estado de la autonomía su intención de iniciar la reducción de la planta municipal, con el ejemplo de Oza y Cesuras como referente. Desde entonces se han sucedido las fotos, casi todas con los mismos protagonistas, los alcaldes, el presidente de la Diputación y algún representante de otras entidades, siempre vinculados al PP. Pero las fotos, lejos de convertirse en avales, no son más que mudos, pero efectivos, testigos de unas promesas que, de momento, no han cuajado en un lentísimo proceso burocrático que no hace más que dispersar las fuerzas de los que avalan la integración. Por eso, con la nueva mayoría reforzada del Parlamento, es la hora de que los políticos hagan un ejercicio de valentía y se pongan a legislar en serio. Todo lo demás serán nuevas salvas de fuegos de artificio.
Referentes. Buenas noticias para la ciudad han sido los ecos de la conferencia sobre acuicultura del pasado viernes. El Puerto coruñés es uno de los más valorados por su transformación reciente y las costas gallegas un filón económico al que muchas veces se le da la espalda o, simplemente, se esquilma por necesidad. Tomar conciencia de nuestra riqueza es positivo.