Madre e hija serán juzgadas como inductoras del crimen del amante

Alberto Mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

La muerte del joven colombiano en A Cubela, en manos de un jurado

12 jul 2012 . Actualizado a las 11:49 h.

El joven colombiano Yonier Alejandro Arenas apareció el 11 de enero tendido en medio de la calle con una puñalada en el corazón. Que se supiera entonces, no tenía enemigos conocidos ni andaba metido en oscuros negocios. Llevaba pocos años en España, vivía con un primo y parte de lo que ganaba se lo enviaba a su familia a Colombia. En cuanto la policía empezó a escarbar en su vida privada descubrió que ese chico tenía una agitada vida sentimental. Su primo, velando el cadáver, lo anunció: «A Yonier lo mataron las enaguas». En aquel momento, no sabía nada de cómo fue ni quién fue; lo que sabía con certeza es de qué pie cojeaba su pariente, su devoción por las mujeres. Porque Yonier era un chico bien parecido con un amplio currículo amoroso a quien le gustaba rodearse de mujeres. Pero meses antes de su muerte se rodeó de quien no debía, de una menor de 15 años y hasta de su madre. Mantenía relaciones con ambas. A la vez. Al principio, una no sabía del romance con la otra. Pero pronto lo descubrieron. Era imposible ocultarlo después de que el joven aceptase irse a vivir a casa de ambas. Cuando la madre se enteró de que compartía amante con su hija, se presentó en comisaría para denunciar que Yonier había abusado de su hija. Horas después la retiró, una vez que el chico le prometió que no volvería a ver a la menor, según se desprende de las declaraciones de ambas. Pero a raíz de aquello, todo se enrevesó entre ellos.

La menor conoció a otro chico de su edad y la madre recuperó el amor perdido de un novio del pasado. Yonier, por su parte, regresó a casa del primo. Según las declaraciones de unos y otros, se supo después que la madre pidió ayuda a su compañero. Quería darle una lección. «Solo queríamos que le diesen un susto», declaró la mujer horas antes de que el juez la enviase a prisión como inductora de asesinato.

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Pero se les fue de las manos. En la medianoche del día 11 de enero, se subieron a un coche, supuestamente, madre, hija y sus respectivas parejas. Pusieron rumbo al número 13 de la calle de San Diego. Se bajaron los varones y llamaron al timbre. Yonier bajó y, junto al portal, le asestaron una puñalada en el corazón. El chico, agonizando, caminó unos metros hasta caer muerto.

Dos semanas después, la policía ya había cerrado el círculo y procedió a la detención de los implicados. A la menor la pusieron a disposición de la Fiscalía de Menores. Al resto, del juzgado de guardia, que envió a prisión a la madre, como supuesta inductora, y a su compañero, como presunto autor material del homicidio.

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