Los ceniceros salen a la calle

La Voz A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Los hosteleros se las ingenian para que sus clientes fumadores consuman

19 ene 2011 . Actualizado a las 12:08 h.

La nueva ley antitabaco está poniendo las cosas difíciles a los fumadores. A la prohibición de fumar dentro de los locales públicos, hay que sumarle las distancias que, una vez en el exterior, deben dejar con los parques infantiles o colegios. Ante esta situación, los ingenios de los hosteleros coruñeses para que sus clientes puedan fumar mientras consumen se extienden por toda la ciudad; paraguas para refugiarse en caso de lluvia, barras improvisadas a las puertas de los bares, calefactores en la acera... ideas legales para poder disfrutar de un cigarro.

Un paraguas colocado a la puerta del pub Dublín con una etiqueta el día siguiente a Reyes despertó la curiosidad de los viandantes en la calle Panaderas. Más de uno lo cogió en sus manos pensando que se trataba de un regalo «olvidado». Se equivocaban. A uno de los camareros del local se le ocurrió ponerlo en la puerta para que los fumadores pudieran taparse en caso de lluvia, y así se indicaba en la etiqueta. «Alguien se lo dejó olvidado, y un camarero dijo de ponerlo fuera», explicó Pedro, el propietario del local. La original idea duró poco. «Lo tuvimos que meter dentro porque la gente se lo llevaba. Ahora está en el paragüero para quien quiera cogerlo».

Desde que el pasado 2 de enero entrara en vigor la nueva normativa antitabaco, los fumadores se amontonan a las puertas de este bar de Panaderas para echar un cigarro. La estrechez de la acera es un inconvenientes, y así es que el propietario del local ya piensan en soluciones, «aunque está complicado porque al tener al lado la parada del autobús tampoco puedes fumar ahí».

Reformas

A las pocas horas de entrar en vigor la ley, los propietarios del bar Jaime, situado en la calle Noia, decidieron hacer reformas en las repisas de las ventanas exteriores. «Tuvimos que poner unas tablas de plásticos encima del mármol, y luego hacer dos agujeros para incrustarle los ceniceros y que no se muevan», explica Gurmensinda Saquet. «Nos manchaban la acera, es que ahora todas las personas que fuman están fuera». Reconoce que la ley antitabaco ya ha hecho mella en la caja. En la misma calle, la situación se repite. «Pusimos unos ceniceros fuera porque nos ponían la acera perdida, parecía un estercolero», comenta María José Pereira, la dueña del bar Sousantos, sorprendida de que todavía no haya desaparecido ninguno. «No queda otra, solo esto y que la gente se acostumbre». Coincide en la idea de que la recaudación se ha reducido desde que no se puede fumar dentro.

En las inmediaciones de la plaza de Vigo, en la calle Menéndez Pelayo, los clientes del local El 13 Catorce utilizan el porche exterior para refugiarse del frío. «En teoría, dentro de este espacio tampoco se puede fumar porque tiene que tener al menos dos paredes libres, pero mientras los clientes no hagan mucho ruido y los vecinos no se quejen no creo que haya problema», señala uno de los empleados del establecimiento.

Cola por la terraza

Los propietarios de A Mundiña, en la calle de la Estrella, están pensando en instalar unos toldos en los laterales de la terraza para refugiar a los clientes, «porque ahora hay más gente fuera que dentro», señala Antonio Murcia.

En el restaurante Portofino, situado enfrente, instalaron unos calefactores en la terraza. «Ya lo teníamos pensando poner antes de que saliera la ley, pero si hay que adaptarse pues también». Según explica el propietaria, la idea surgió hace unos meses con el fin de ofrecerle otro servicio al cliente, «porque en la terraza siempre hay gente», aunque reconoce que ahora «si que hay cola».