Treinta años de jazz, fraternidad, copas y filloas

Juan Carlos Martínez A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

PACO RODRÍGUEZ

El Jazz Filloa cumple su tercer decenio tras haber sido cuna de notables grupos locales y lugar de acogida para algunos de los grandes

26 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El jazz, esa música indefinible, parece pedir ambientes oscuros, comprimidos y un poco bohemios para sonar como debe. Aunque esto puede ser una impresión subjetiva de quienes aprendimos a oírlo en directo en el Filloa, el local clásico del jazz coruñés, una cueva acogedora que el próximo miércoles cumple 30 años luciendo el título de decano de los clubes de su especie en España. La aventura comenzó el 29 de diciembre de 1980. Aquel año se había publicado El nombre de la rosa , de Umberto Eco, y se estrenaron El imperio contraataca , de George Lucas, y Pepi, Luci y Bom , de Almodóvar. Aquel mismo mes, un imbécil asesinó a John Lennon, y Adolfo Suárez, presidente del Gobierno, pensaba ya en abandonar su cargo mientras un grupo de militares recalcitrantes conspiraban para darle un empujón por si no se decidía. En aquel ambiente, Antón Ferreiro, Alberto Mella, Fito Ares y Luis Rey el de Bonifacio, reunidos en el desaparecido Patacón, entonces el único pub del barrio, seguramente escuchando pop de la movida madrileña que no les acariciaba las meninges, creyeron que era la hora de disponer de un bar en el que no hubiera que pedir de favor un poco de jazz.

Ferreiro y Mella continúan hoy al frente del Jazz Filloa. Y recuerdan el día de la apertura como una agradable sorpresa: el local se llenó. La verdad, no es tan difícil. El aforo máximo es de 60 personas, lo que en la práctica significa 25 personas sentadas y 35 apiñadas en torno a la barra. Pero aquello no es el metro de Tokio ni se anda a empujones: la fraternidad que se respira incluso en los abarrotes demuestra que el jazz convoca un tipo de gente especialmente cívica, sensible, atenta a la creatividad. ¿Tantos años quieren decir que el pub tiene la dimensión adecuada para esta ciudad? Antón Ferreiro cree que sí y que «si se hubiera planteado solo como un negocio de hostelería, seguramente ya habría cerrado». Porque hay algo más. Ferreiro es saxofonista; Fito Ares también es intérprete de jazz. Al tiempo que el club nació el grupo Filloa Express, en el que participaron estos dos músicos y sucesivamente cerca de otros cuarenta. En 1982 recaló por el Filloa Antonio Cal Purriños, que venía de tocar en Estados Unidos; allí se unió a Nani García, Baldo Martínez y Fernando Llorca para lanzar Clunia Jazz, uno de los mejores grupos del país.

Festival

Entre 1983 y 1987 la ciudad se vuelve jazzística gracias al festival impulsado por Manel Mantiñán. En octubre del 83 se suben al escenario de la rúa Cega, tras tocar en el Colón, Branford Marsalis y su grupo. Dos días después llegaría el clímax de las jam session s: el gigante Joe Henderson, con Joe Farrell, George Cables, Jorge Pardo y Carles Benavent convirtieron la cuevita coruñesa en el Olimpo del jazz con un concierto que comenzó con aquella de Casablanca: As time goes by .

El tiempo ha ido pasando. En el Filloa actuaron grandísimas figuras; vino el décimo aniversario y luego el vigésimo y el Filloa siguió ofreciendo jazz en directo y escuela para los músicos nuevos. Y, en cada aniversario, filloas para la clientela. Ahora llegan los treinta, sin fatiga. Lo cual es una suerte para la ciudad y sus aficionados al jazz, que suscribirían lo que escribió en el libro de visitas Peter Berntein, guitarrista de Joshua Redman: «Beautiful place! Thanks for the great music!!».

En treinta años de recorrido se van dejando cosas por el camino. Antón Ferreiro recuerda especialmente la desaparición de Fernando el marino, uno de los impulsores del jazz en A Coruña, así como el final de los festivales de octubre. En el haber, buenos recuerdos, como una larga conversación en la barra con Herbie Hancock, el genial pianista y compositor de Chicago. El momento no es bueno para el negocio de la hostelería, pero eso no lo es todo en la vida.

El club sigue siendo el punto de encuentro de buena parte de los músicos gallegos; la Sinfónica ha traído nuevos talentos a la ciudad, y algunos de ellos también interpretan esta música. «Por ahora -dice Ferreiro- no nos cansamos. La época no está mal desde el punto de vista musical; dicen que las crisis impulsan el arte, y lo cierto es que hay mucha gente haciendo buenas cosas, estamos en un momento de creatividad».