El futuro de A Coruña: 400 metros y 21 gramos

La Voz

A CORUÑA

25 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En uno de los guiones de las películas dirigidas por Alejandro González Iñárritu, Guillermo Arriaga desveló que el cuerpo humano pierde, al morir, 21 gramos. Ese peso perdido equivaldría al alma que permanece entre los vivos, según los estudios de un científico llamado Duncan MacDougall, quien alcanzó la fama por una teoría que jamás pudo llegar a demostrar.

Los 21 gramos de Arriaga iban envueltos en una película de idéntico título con una duración de 124 minutos protagonizada por Sean Penn, Naomi Watts y Benicio del Toro.

Si en el vuelo que hoy parte de Alvedro a Barcelona exhibieran la cinta, los pasajeros se perderían el final. Esto da una idea clara de lo que representa el aeropuerto de Alvedro para A Coruña, su comarca y el norte de Galicia: Barcelona está a la misma distancia en avión que Vigo en coche. Y Londres a poco más. Si se madruga con la reserva, el viaje a la capital británica puede resultar incluso más barato que el peaje de la autopista AP-9.

Reinterpretando la teoría de MacDougall podría decirse que el futuro de A Coruña mide, pues, 400 metros, justo la distancia que hay entre entre el final de la cabecera sur del aeropuerto, que con 1.940 es una de las más cortas de España, y el espacio que, según el proyecto de ampliación de la pista, se ganará. Al contrario que los 21 gramos de MacDougall, estos 400 metros sí tienen base científica. Ya se ha dicho, pero parece oportuno recordarlo: la prolongación de la pista permitirá el despegue y aterrizaje de aviones de mayores dimensiones, y con mayor capacidad para mercancías y pasajeros, además de una mayor autonomía para cubrir mayores distancias. Y, sobre todo, Alvedro ganará en seguridad.

Con la tercera ronda amenazada por el nuevo eufemismo descubierto por el Gobierno -las reprogramaciones- los 400 metros pesan hoy más que nunca. Esta semana, el ministro de Fomento anunció que en otoño se licitará la obra. Es la última promesa de la crónica de una ampliación anunciada por el presidente del Gobierno hace nada más y nada menos que siete años. Si el día en el que José Luis Rodríguez Zapatero prometió que Alvedro se ampliaría -y desde esa fecha han crecido otros aeropuertos, como el de León- hubieran empezado las obras, bastaría con que avanzasen 15 centímetros diarios para que hoy mismo pudiéramos asistir al acto de la inauguración.

No se hizo. Y ahora estamos donde estamos. ¿De quién es el demérito y de quién el mérito? ¿Debemos enquistarnos en pedir responsabilidades o mirar hacia adelante, como miran los pilotos responsables cuando capitanean una aeronave? Fomento y Xunta tienen que soltar el lastre de sus reproches para que A Coruña y Galicia despeguen. Hay que dejarse el alma en ello. Pese o no pese 21 gramos, hoy mide 400 metros.