Cumbre del transporte, Everest del atasco

A CORUÑA

10 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La elección de A Coruña como escenario de la cumbre del transporte (en sentido estricto, Consejo Europeo de Transportes) es una decisión que, al margen de todo el valor político y económico e incluso turístico que pueda generar en el futuro, tiene su carga de ironía. Pensando en positivo, y eso es lo que hay que hacer al menos hasta que pase la cumbre que se celebrará dentro de un mes (y se recojan y ejecuten las conclusiones), quizás sirva para poner sobre la mesa algunas cuestiones que atañen al insufrible estado del tráfico coruñés. En la cumbre se tratarán asuntos de envergadura: innovación tecnológica y seguridad en el transporte, medios sostenibles, anchos de vía compatibles para los trenes... Tendrán ambición europea, pero ninguno resulta ajeno a una ciudad que lleva decenios esperando soluciones de verdad para combatir el caos circulatorio, que se pudo comprobar en los días previos a la cabalgata de Reyes, el mismo día de la cabalgata de Reyes y los días posteriores a la cabalgata de Reyes. Y no hablamos solo de la cabalgata de este año. Lo mismo sucedió en el 2009, en el 2008... casi, casi, desde que Sus Majestades de Oriente nos visitan.

La cumbre puede servir para refrescar en los despachos cuestiones que afectan directamente a los coruñeses, como podrán comprobar las autoridades que acudan a la cumbre y que, desde el aeropuerto de Alvedro -siempre que este no cierre por culpa de tres placas de hielo- se dirijan en coche hacia el centro de la ciudad por la carretera de Vilaboa. Quizás se vuelva a hablar entonces de semáforos inútiles, de los carriles-bici prometidos desde tiempos inmemoriales -vitales, por cierto, para que circulen ciclistas sin jugarse la vida: no llega con instalar aparcavelocípedos-, de la versión 2.0 del puente de A Pasaxe, de los puentes que ¿algún día unirán? A Coruña y Ferrol en 14 minutos, de un metro ligero que antes de arrancar se batió en retirada, o, por qué no, de la conexión de la tercera ronda con el macrocentro comercial que se construye en el polígono de la Grela. Porque en movilidad, si se han dado notables pasos, el público soberano los exige, más que notables, sobresalientes. Sí, es posible que en todas las ciudades exista un Everest del atasco, pero para quienes circulan hoy por las calles de A Coruña, aquí tenemos más ochomiles que el Himalaya, y con nombres y apellidos: Alfonso Molina, Linares Rivas... El Consejo de Transportes será, en fin, un buen argumento para hablar de movilidad, de ese tráfico que consume la paciencia, y el tiempo, de miles y miles de coruñeses.

Si la cosa funciona, parafraseando al último Woody Allen, si el consejo del transporte sirve para que esta ciudad sea al fin más transitable, más vivible (en la sonrojante jerga política) entonces podríamos pensar en hacer una versión local de las cumbres de la UE. En esa cumbre local habría que analizar ya un curioso fenómeno coruñés: la doble fila, que es una infracción en casi todo el mundo, se ha transformado en esta ciudad en una especie de derecho para quienes la practican. Si no se lo creen y quieren experimentarlo, dense un paseo por Matogrande, por poner un ejemplo.