Nocillas y Coke se tiran los trastos

A CORUÑA

Entre insultos y amenazas, Alberto Souto y Blanco Vila se sentaron ante la jueza y se culparon mutuamente de la muerte y descuartizamiento de los dos vecinos de Muros

08 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Hasta abril, cuando ambos fueron detenidos, eran uña y carne. Pero fue ponerle los grilletes a Alberto Souto, conocido por el dulce apelativo de Nocillas, y desatarse una guerra entre los dos que ayer los llevó a un careo ante la jueza que lleva el caso. Porque este hombre le contó a la Guardia Civil que su compañero Coke había asesinado a dos hombres, descuartizado sus cuerpos y los enterró en una fosa séptica de una casa en Fonteculler, convirtiendo a Coke en el principal sospechoso del crimen. Este tardó en hablar a pesar de las duras acusaciones. Se mantuvo en silencio en sus primeras comparecencias hasta que hace mes y medio decidió hablar. Declaró que no tuvo nada que ver en el doble homicidio y que el único y auténtico autor es Nocillas.

Hasta el momento, la titular del juzgado de Betanzos había escuchado a ambos por separado echándose la culpa del doble homicidio. Y ayer los citó en el Juzgado y ambos se sentaron juntos, frente a la autoridad judicial, en un careo en el que la tensión podría cortarse con tijeras. Tanto José Ramón Blanco Vila (Coke) como Alberto Souto (Nocillas) volvieron a insistir en lo que habían manifestado hasta el momento. Solo coincidieron en que el asesinato de dos vecinos de Muros se cometió en noviembre en la casa que Coke tiene en Aranga. Pero en lo referente al autor, los dos se culpan.

En el despacho del juez, entre insultos y amenazas por parte de Coke, Alberto Souto (Nocillas), asistido por el abogado Ramón Sierra, juró que su primera confesión es la única verdadera. Cuando en abril fue detenido como supuesto miembro de una banda de asaltantes de chalés, él, sin preguntarle, destapó uno de los misterios que tenía de cabeza desde hacía cinco meses a la Guardia Civil, que intentaba descubrir qué había pasado con los vecinos de Muros Manuel Ramón Luces, Mon, y Javier ?Toledo Ferrer, Arroces. En busca de un acuerdo con las autoridades, dijo en el interrogatorio que no los siguieran buscando, que estaban muertos, que los había asesinado su amigo José Ramón Blanco Vila (Coke) porque este tenía una deuda con ellos de 800 euros. Nocillas añadió que en cierta ocasión, en una noche regada de alcohol y drogas, Coke le había confesado que había matado a dos personas, descuartizados sus cuerpos y que los había ocultado en una casa familiar abandonada en Fonteculler. Aquella revelación le causó una angustia tal que llegó incluso a temer por su vida. Si Blanco Vila fue capaz de cometer ese crimen tan deleznable podría llegar el día en que también lo matase a él. Le llegó a decir a su novia, también detenida, que si le pasaba algo, que corriese a la Guardia Civil para contar que Coke lo había asesinado.

José Ramón Blanco Vila, defendido por el penalista Jesús Lamelas, negó todas esas imputaciones. Primero, manifestó que lo relatado por Nocillas no podía ser cierto porque no cabe en cabeza alguna que un asesino «vaya contando por ahí que mató y descuartizó a dos personas». Añadió que «de haber hecho algo así jamás lo contaría». Otra prueba más de que Souto miente es que «una persona que dice no tener nada que ver en un asesinato no puede saber el lugar exacto donde se encuentran los cadáveres» Nocillas llevó a la Guardia Civil al lugar, «porque fue él quien mató y escondió los cuerpos allí».

Blanco Vila declaró que la última vez que vio a las víctimas fue en su casa, a la que habían acudido a cobrar una deuda de 800 euros. Coke reconoció que les debía dinero. Mantuvo con ellos negocios relacionados con la droga. Pero no cumplió los plazos, así que los muradanos comenzaron a amenazarlo. Explicó que lo llamaban por teléfono constantemente, hasta que, hastiado y temeroso, decidió invitarlos a casa para discutir sobre la deuda. Por lo que pudiera pasar, llamó a Nocillas. Le pidió que se ocultara en la vivienda y que si había problemas le echara una mano. Nada más entrar, Nocillas salió del escondite y disparó contra los muradanos. En aquel momento se encontraban en la casa su esposa embarazada, su hijo de cuatro años y Vampi, un joven de Cambre. Todos se fueron excepto Nocillas, que llamó a su novia para que le ayudara a descuartizar los cuerpos y luego los ocultó en Fonteculler.