La casa de la abuela de Nocillas será registrada en busca de un cadáver

A CORUÑA

18 jun 2009 . Actualizado a las 13:29 h.

José Ramón Blanco Vila (Coke) le contó a la jueza este martes que Alberto S. (Nocillas) mató y descuartizó a un hombre, ocultando su cuerpo desmembrado en la fosa séptica de la casa de su abuela. A pesar de que los investigadores no dan mucho crédito a la sorprendente revelación realizada por el principal sospechoso del crimen de Aranga, la Guardia Civil registrará esa vivienda. Poca credibilidad le dan a Coke en el grupo de homicidios del instituto armado. La expresión de uno de sus agentes lo dice todo: «No le creemos, pero no vaya a ser verdad. Sorpresas te da la vida...». Así que sí irán a esa vivienda. Y buscarán en la fosa séptica que hay bajo la peluquería que funciona en el bajo.

Esta confidencia realizada por Blanco Vila fue confirmada más tarde por su esposa Pilar, ambos defendidos por el penalista Jesús Lamelas. También ella, ante la titular del Juzgado de Instrucción número uno de Betanzos, declaró que se había enterado de que Nocillas había asesinado a un hombre porque él mismo se lo había contado. Por si fuera poco, Pilar, según afirmó, había tenido un encuentro con la abuela de Alberto y ella misma le había confirmado que su nieto ocultó en la fosa séptica de su casa el cuerpo desmembrado de un hombre.

Tanto Coke como su mujer no fueron capaces de identificar al supuesto asesinado. De lo que no tenían duda es del crimen en sí y que «más gente lo sabe».

Estas declaraciones las realizaron ambos en un momento en el que todas las sospechas del crimen de Aranga recaen sobre José Ramón Blanco Vila. Fueron precisamente Alberto y su ex novia Belén quienes primero delataron a Coke. Nada más producirse su detención, el pasado 24 de abril, ambos se derrumbaron y contaron todo lo que sabían, tanto del asesinato de los dos vecinos de Muros, como de los robos en diferentes casas cometidos por la banda que lideraba el propio Blanco Vila.

Nocillas, hasta su arresto, era uno de los más fieles colaboradores de José Ramón Blanco Vila. Juntos habían participado en varios atracos, estafas y trapicheos -la Guardia Civil los involucra en, al menos, quince asaltos a chalés-. Eran inseparables hasta que hace dos meses antes de las detenciones Alberto comenzó a desconfiar de Blanco Vila. El Nocillas temía correr la misma suerte que Manuel Ramón Luces, Mon, y Javier Toledo Ferrer, Arroces. Tal era su pánico que llegó a decirle a su novia -la también encarcelada Belén F. P.- que en caso de que le ocurriese algo corriese a la Guardia Civil a contar que su asesino era Coke. No hizo falta. La que corrió fue la Guardia Civil a por ella, pero para detenerla e interrogarla. Belén relató, tanto en dependencias policiales como ante la jueza, que no solo su novio ?se dedicaba a asaltar chalés junto a Blanco Vila y demás compinches, sino también que Coke había matado a dos hombres en su casa de Aranga, los había descuartizado y ocultado sus cuerpos en una fosa séptica. Según reconoció el martes el propio Blanco Vila, este debía a sus víctimas 900 euros. Entre el 10 y el 12 de noviembre el supuesto asesino quedó con sus víctimas en su casa de Aranga para saldar la deuda. Hasta aquí, todas las versiones coinciden, y a partir de ahí se bifurcan. Blanco Vila declaró que llamó a Nocillas para pedirle ayuda por lo que pudiera pasar en ese encuentro. Añadió que fue encañonado por sus acreedores y fue ahí cuando Alberto salió de un escondite en la casa y los mató a tiros. También le achaca el descuartizamiento y ocultamiento de los cuerpos. Por supuesto que Nocillas lo niega. Siempre dijo que Coke le había confesado el crimen.

Lo cierto es que nadie de los que estaban aquel día en la casa de Aranga vio a Alberto. Tampoco a quien disparó. La mujer de Coke explicó que escuchó los tiros cuando estaba en la segunda planta -luego añadió que fue su propio esposo quien la ayudó a salir de la vivienda ayudándose de una escalera-. Vampi, por su parte, el joven que había acudido al domicilio en busca de droga, declaró que al escuchar las detonaciones salió por una ventana y la mujer de Blanco Vila le entregó a su hijo de dos años para que huyera con él.