José Manuel Rey Pichel, nuevo director xeral de Patrimonio, reafirmó ayer la postura del anterior equipo del bipartito sobre las murallas que las obras del párking del Parrote dejaron al descubierto en el verano del 2007: el baluarte inconcluso del siglo XVIII debe conservarse y ha de hacerse in situ, es decir, sin moverlas de su ubicación original.
En el marco de las jornadas sobre patrimonio que se celebran en Belas Artes, Rey Pichel señaló que aún no había tenido tiempo suficiente para consultar por completo el expediente sobre los restos arqueológicos, aunque sí señaló que había indicado a su equipo de colaboradores que continuasen con los trabajos ya realizados para darle una solución definitiva al proyecto.
El nuevo director xeral de Patrimonio de la Xunta aclaró que conocía la existencia de distintas opciones sobre el plan de conservación del baluarte, si bien «en estos momentos se están estudiando a fondo las distintas alternativas para conservar in situ los restos». Señaló también que, en todo caso, las posibilidades que se planteen deben «hacer compatible la historia con la modernidad, el mantener vivo los restos de lo que fue nuestra ciudad con la construcción de un nuevo aparcamiento».
De forma explícita, destacó la «voluntad de trabajo» de las administraciones con competencias en el tema y agradeció la disponibilidad del alcalde, Javier Losada, para poder llevar a cabo el proyecto. «El plan está garantizado», añadió antes de comprometerse a difundir las primeras conclusiones de su equipo de trabajo.
También se refirió a la solución para los vestigios el alcalde, quien indicó que se mantenía a la espera de que se produjese alguna novedad al respecto. Señaló que conocía que el Puerto contaba ya con una propuesta de la constructora, aunque todavía no ha sido trasladada para su posterior examen a los técnicos municipales.
El hallazgo de los restos arqueológicos, un muro de unos sesenta metros de largo, obligó a paralizar el año pasado la construcción del aparcamiento subterráneo que estaba realizando Copasa. La decisión adoptada entonces por Patrimonio de conservar los vestigios forzó el replanteamiento del proyecto, dado que las murallas y su entorno ocupan casi la mitad de la superficie. La extensión de los restos incidía de forma directa en el aprovechamiento de la parcela para la construcción de las plazas de estacionamiento, ya que inicialmente estaban previstas 548 y los cálculos realizados por la Autoridad Portuaria apuntaban a que tendrían que reducirse a 250.
Este descenso amenazaba incluso, se apuntó en un primer momento, la viabilidad del párking, lo que determinaría no solo renunciar a su ejecución, sino indemnizar a la constructora y concesionaria de la explotación, compensación cuyo coste superaría los 20 millones de euros. Entonces, se barajó incluso la posibilidad de trasladar piedra a piedra el baluarte en el propio emplazamiento pero a una altura superior, operación que tendría un coste aproximado de 1,5 millones de euros.
Sin embargo, se desechó la posibilidad de desplazamiento alguno de las piedras, de forma que Copasa planteó en marzo pasado al Puerto una propuesta que incluía, a modo de compensación por la pérdida de plazas subterráneas, la urbanización en superficie para explotación comercial. Ahora, la firma elabora el proyecto, que deberá ser visado por el Ayuntamiento y necesitará la autorización de Patrimonio para su ejecución. Si es así, se salvará el penúltimo parón de una obra que fue adjudicada en el 2002.