El empresario de los Castros que le dio trabajo a un parado está acusado de estafar a un disminuido psíquico

La voz

A CORUÑA

05 jun 2009 . Actualizado a las 11:52 h.

Benilde Barros, el empresario de los Castros que le ofreció un trabajo a un hombre en paro que contó sus penurias en la prensa -recientemente tuvo que prescindir de sus servicios-, será juzgado por un delito de estafa y otro de insolvencia punible, por los que el fiscal solicita para él y para su esposa una condena de cuatro años y medio de prisión.

Según afirma la acusación pública en su escrito de calificación, este hombre, junto con su mujer, utilizaron a un disminuido psíquico para no hacer frente a las deudas de su empresa y luego intentaron comprar un piso haciéndole firmar a ese mismo joven la hipoteca.

Los hechos por los que serán juzgados se remontan al 21 de julio del 2003. Aquel día, según el fiscal, Benilde contrató como trabajador para su empresa Electrograsas, S.?L. a un joven «que padece un déficit intelectual que le impide tomar decisiones importantes y le hace fácilmente influenciable por los demás, lo cual es apreciable a simple vista en el trato diario». Sus tareas en la empresa eran de limpieza y mensajería.

Una vez que se había ganado su confianza, Benilde, para eludir sus responsabilidades en el pago de las deudas que mantenía con Hacienda, convenció al empleado para firmar unos papeles cuando en realidad quería poner la empresa a su nombre; todo ello con el fin de trasladarle la responsabilidad personal de los administradores por deudas sociales, según recoge el fiscal en su escrito de acusación.

Esta operación la llevó a cabo, supuestamente, el 19 de febrero del 2004. Hacienda llegó a embargarle las cuentas al empleado por no afrontar el pago de los atrasos.

Poco tiempo después -continúa la acusación pública-, Benilde y su esposa convencieron al empleado para que acudiese a una sucursal bancaria para concertar un contrato de préstamo con garantía hipotecaria a nombre del trabajador disminuido, «a pesar de que el acusado pensaba reservarse para sí el uso exclusivo del inmueble que quería comprar y no pensaba afrontar el pago de las correspondientes cuotas, haciendo aparecer al empleado como responsable del pago de las mismas». Pero la directora de la sucursal frenó la operación al darse cuenta de que la capacidad del trabajador le impedía comprender la operación.