El político que anunció móviles

A CORUÑA

Fue gobernador civil entre 1995 y 1996. Tras abandonar el cargo, probó suerte como actor publicitario. Hoy descansa en su casa de la sierra de Madrid

26 ene 2009 . Actualizado a las 15:55 h.

Probablemente les suene su cara. Ha sido músico, pintor, marino, policía, director de cine y rey mago en diversos anuncios de la pequeña pantalla. Además, participó puntualmente en series como El comisario, Compañeros o Raquel busca su sitio e intervino en la película de David Trueba Obra maestra, entre otras. Pero si no terminan de situarlo, hagan memoria y retrocedan hasta 1995. En enero de ese año se trasladó desde Ávila hasta A Coruña tras jurar el cargo de gobernador civil de la provincia, donde estuvo hasta la victoria del PP de 1996. Es Carlos Vacas Belda, un salmantino de origen con los setenta años ya cumplidos que a fuerza de afabilidad se creó una imagen alejada de los estereotipos políticos. Ya retirado de sus múltiples quehaceres profesionales, disfruta en su casa de la sierra madrileña de un bien que se le antojó escaso durante muchos años: el tiempo.

El penúltimo gobernador civil de la provincia hizo de A Coruña la segunda ciudad con menor índice de criminalidad de España y dejó un recuerdo de tipo normal entre los ciudadanos: «Siempre me gustó el contacto de la gente. Iba constantemente a la playa del Orzán, donde jugaba mis partidos de fútbol, e iba a todos lados en bus urbano. De hecho, el coche oficial solo lo usaba para ir a Madrid, en vez de en avión, para que el conductor pudiera cobrar las dietas», presume. De su etapa coruñesa conserva un sinfín de amistades y recuerdos, como los siete tomos en los que tiene encuadernadas sus apariciones en prensa o las caricaturas publicadas por La Voz, que cuelgan actualmente de su casa, y en las que aparece retratado como un rey Salomón presto a impartir justicia: «Eso es porque me gané cierta fama como mediador, después de haber conseguido apaciguar con cierto éxito el conflicto de As Encrobas con Fenosa, que duró más de 20 años», recuerda.

Su periplo político comenzó realmente en Madrid, donde ejercía la docencia: «Me llamaron del Ministerio de Educación y me preguntaron si quería hacer alguna sugerencia al plan de Educación Física que estaban preparando. Les mandé unas 150 páginas mostrando mi desacuerdo con aquella educación premilitar», rememora entre risas. Fue subdirector provincial de Educación en la capital y gobernador civil en Ávila antes de recalar en A Coruña, un destino que requería cierta mano izquierda: «Belloch me escogió para el cargo porque no estaba adscrito a ninguna facción del partido. Me dijeron que para venir aquí había que ser muy diplomático, por eso dije al ministro que si salía bien, que me diesen una embajada», bromea.

Recuerdos imborrables

Entre los recuerdos herculinos hay también algunos momentos tristes: «No he podido olvidar el nombre de Eva María Lavandeira, la niña de Vimianzo que desapareció y encontraron muerta en 1995. O el fallecimiento de mi amigo, el concejal de tráfico Esteban Lareo Castro, con el que me coordinaba especialmente bien». Ahora ha comenzado una nueva vida: «Estoy retirado y encantado de estarlo. Apenas bajo a Madrid cada diez días. Estoy apartado de la competición política, que desgasta muchísimo y recuperando el montón de libros que tenía sin abrir siquiera y, sobre todo, dedicándome a la familia», afirma animado Vacas.

A pesar de haber estado inmerso en la vorágine pública que suponía un cargo como el de gobernador civil, parece haberse acostumbrado bien a la falta de estrés: «Me adapté perfectamente a la tranquilidad. El teléfono dejó de sonar, me volví invisible. Siempre tuve claro que un cargo político es algo temporal, algo que no pertenece a nadie, y nunca me acostumbré a la jerarquía, a eso de mandar. Lo de ahora es la vida real. Aquello era muy artificial, lleno de exhibicionismo... No lo hecho de menos. Además, he ganado algo impagable: poder decir lo que realmente pienso», asegura. Se conserva bien físicamente, gracias a la práctica de ejercicio y yoga: «Quizá el pelo algo más blanco, pero poco más», afirma complacido. Aunque no es de esos que se muestran gozosos de estar ya de vuelta de todo: «Que no te engañen: envejecer es una putada», sentencia.

También ha abandonado su faceta como modelo y actor: «Me gusta la actividad. No me veo jugando al dominó en el hogar del jubilado. Por eso me hice modelo publicitario cuando dejé la docencia. Además, me permitió conocer a un montón de gente muy distinta a aquella con la que estaba acostumbrado a tratar, sin hablar de legislación ni de boletines oficiales». De todos modos, y pese a haber participado en una película junto a Salma Hayek, evita a toda costa definirse como actor: «Eso es una cosa muy seria que requiere una gran dedicación. Yo solo me aproveché de cierta imagen. Decían cuando salía en televisión por mi cargo político que daba muy bien en cámara, así que probé», explica.