El «heavy metal» vuelve a la ciudad

A CORUÑA

30 jul 2008 . Actualizado a las 11:38 h.

El concierto que esta noche ofrecerá Whitesnake en el Coliseo activa inmediatamente el mecanismo de la memoria hacia aquellos días en los que el heavy significaba rebeldía. Y miedo entre los padres. En 1983, cuando el 23 de mayo aterrizaron Barón Rojo en el Pabellón de los Deportes, más de un joven se las tuvo que ingeniar para que le permitieran acudir al recital de aquellos peludos que habían irrumpido en el panorama musical de la época.

Tiempos de litrona, pantalones elásticos y policías vestidos de marrón. También, tiempos de cambio. Si en Madrid Tierno Galván incitaba a los rockeros «a colocarse», aquí el entonces recién estrenado alcalde Francisco Vázquez recibía a Barón Rojo en el Ayuntamiento. El concierto tuvo 6.000 espectadores. Y un susto: el sistema de humo empleado en la escenografía alarmó a la policía, que, extintores en mano, creían que se trataba de un incendio.

No era el primer evento de rock duro celebrado en la ciudad. Mucho antes, en 1977, los legendarios Uriah Heep pintaron el kilómetro cero del idilio coruñés con el sonido pesado. Ocurrió también en el pabellón de los deportes, con un gran éxito: 6.000 espectadores. Y, aunque no encuadrados en el ramo, en 1981 un recital de los Ramones fue el soporte para que Los Suaves saltasen el estrellato.

Sin embargo, si hay que hablar de un concierto para el recuerdo, ese fue el de la histórica visita de Iron Maiden, posiblemente el nombre más representativo del heavy metal. Fue el 23 de mayo del 2003. Ese día, en el Coliseo arrancaba la gira Give Me Ed... Til I'm Dead con el grupo con toda su parafernalia teatral y su mejor alineación (estaba el vocalista Bruce Dickinson, ausente en la visita previa a Galicia de 1999, en Ourense) y un lleno hasta la bandera. Siguiendo la inercia, dos años después, el 14 de abril del 2005, fueron Judas Priest quienes ante 7.000 espectadores revisaron su repertorio clásico enfundados en cuero negro, tachuelas y su inevitable Harley Davison.

Los padres del invento

Dos de las figuras clave del hard rock setentero, lo que los críticos llaman protoheavy, también pasaron por la ciudad. En 1993 Robert Plant, el legendario líder de Led Zeppelin, rescató una buena parte de su repertorio dentro del Concierto de los Mil Años en el estadio de Riazor ante 30.000 almas. Tres años después, en septiembre de 1996, serían Deep Purple quienes revisarían Smoke on the Water ante un lleno como los no se ven hace tiempo.

En el mismo recinto cundió el pánico en 1994. Y no en sentido figurado. En un festival en el que se daban cita Extremoduro, Ratos de Porao y Soziedad Alkohólica, parte del público arrancó asientos de las gradas, volando por los aires, arrasó con dos baños e, incluso, se vieron escenas sexuales subidas de tono. Estos hechos provocaron un vacío de heavy en la programación del coso. Duraría hasta 1997 con Manowar y su metal medieval y 1998, cuando System of a Down, Sepultura y Slayer llegaron en un cartel conjunto que aún se recuerda entre los aficionados.