Lecciones prácticas de historia musical en la Universidad

A CORUÑA

02 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Los festivales vienen a ser la versión más chusca y folclórica del rock. Si el pasado miércoles en el aparcamiento de la Facultade de Informática se cambiaba el puesto de hamburguesas por una caseta de pulpo y los de discos por unos de rosquillas, perfectamente pasaría todo por una romería de pueblo, con su palco, su carpa y su ambiente de fiesta. La diferencia la daba que, sobre las tablas, se emitía rock en cinco de sus variantes clásicas, como si se trataran de unidades didácticas. Abajo, unos dos mil chavales disfrutando de lo lindo con estas lecciones.

Los más cercanos temporalmente en sus querencias abrieron la noche. Reforzados con un teclista, los coruñeses Combo Dinamo, ponen sus miras en los setenta y los ochenta, afilan el sonido en el escenario y, además del notable material de su debut Decencia y buen gusto, presentaron varios temas nuevos. Una versión del See No Evil de Televisión empalmada con Star de David Bowie iba a ser su final, pero los organizadores los reclamaron. «Somos especialistas en rellenar huecos», decían antes de atacar con No mires atrás, de su antigua banda Mistakens.

Les siguieron Sugar Mountain, una solvente banda de rock sureño. Con ecos de los Faces y los Stones, lo suyo bien podría recordar a los primeros álbumes de M-Clan. Eso sí, en inglés, para estar más próximos a la fuente original. Nada al lado de la actitud fidedigna de The Phantom Keys, recuperadores del garaje y el rythm n? blues que, a falta de no poder vivir los sesenta en tiempo real, los trasladan al siglo XXI.

Todo en The Phantom Keys es de época: imagen, instrumentos y, claro, canciones. Versionan a Bo Didley como lo harían los Pretty Things, desparraman canciones propias que colarían en un recopilatorio Peebles y homenajean a Los Salvajes con Soy así. La coyuntura del momento (con bandas como The Horrors hurgando en el garage) facilita el acceso a los profanos.

Mucho menos inmediatos resultaron Soul Gestapo en su monolítica y cansina defensa del hard-rock sesentero, que no convenció. Sí lo hicieron unos Ginferno mutilados. Sin su batería original, enfermo, ofrecieron una vibrante muestra de rock minimalista, muy inspirada por los clásicos de los cincuenta y el surf-rock.

¿Falta relevo generacional en el público rock? El miércoles parace que se contestó que no.