«A los 17 años me iban Shostakóvich y los Ramones»

A CORUÑA

Coordina seis conciertos del 40 aniversario de la Fundación Barrié

09 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

«Sí, tengo un apartamento en el Village», dice la gaiteira y pianista Cristina Pato (Ourense, 1980) sonriente cuando se le menciona su actual peripecia neoyorquina auspiciada por el programa de becas de la Fundación Barrié. Desde hace dos años cursa en EE.UU. el doctorado en Artes Musicales de la especialidad de Colaborative piano. «Es el título para los intérpretes. Mi caso es el de pianista acompañante, especializada en el repertorio lírico».

-¿Cómo suena su gaita en EE.UU.?

-Bueno, tienes que explicar primero donde está Galicia y luego tocar la gaita [se ríe]. Ello no conlleva que no te reciban bien, sino todo lo contrario.

-Usted pertenece a ese bum en el que muchos gaiteiros se convirtieron prácticamente en estrellas del pop. ¿Cómo ve aquel fenómeno?

-Fue sorprendente, incluso para la propia compañía de discos. Ellos no esperaban lo que pasó. El disco se hizo con un presupuesto bajísimo, incluso para aquella época siendo moda. Lo más curioso es que nueve años después la cosa realmente sigue, no es algo que fue. Puedo presumir de haber durado diez años en el mundo de la gaita gallega, que no sé si hace veinte años se podría decir algo así.

-Se mueve entre lo clásico y lo popular. ¿Le cuesta el cambio de registro?

-Curiosamente, no. En Estados Unidos, el músico argentino Osvaldo Golijov me conoció tocando el piano. Él dice que soy como Clark Kent con el piano y luego, con la gaita, ya me transformo en Superman [se ríe]. Son dos mundos diferentes, pero para mí se complementan. Necesito las dos cosas en dosis distintivas. Para la gaita me llegan cuatro meses, para el piano necesito todo lo demás. El estudio de un instrumento como el piano requiere más tiempo.

-¿Cuáles eran sus referentes de adolescente dentro de la clásica y el pop?

-Depende de la época. Pongamos que a los 17 años me iban las sinfonías y los cuartetos de cámara de Shostakóvich y las canciones aceleradas de los Ramones. Por aquel entonces, más que la música pop, lo que me tiraba era el punk. Empecé a irme a EE.UU. y para mí tenían sentido esos sonidos antagónicos. Luego, me interesé mucho por la mezcla de la música popular con el pop que sucede en Brasil. Me refiero a artistas como Caetano Veloso, Marisa Monte o Arto Lindsay, que fueron llevándome hacia un lado mucho más folkie.