09 dic 2003 . Actualizado a las 06:00 h.
Álvaro Ramos se enfrentó al mundo empresarial cursando aún su carrera de informático. Con tan sólo 22 años, creó, con dos compañeros, Insol, una empresa que se dedica a resolver problemas informáticos. Tres años después, puede presumir de tener en su fichero clientes como la Fundación Amancio Ortega, la Universidade da Coruña o Xacarandaina. Piensa que «crear una empresa significa arriesgarse», pero, dice Álvaro, «lo importante es hacerlo con la cabeza, aparte de currar mucho».