José Ernesto Díaz-Noriega fue el gran dinamizador del cine aficionado coruñés

CARLOS FERNÁNDEZ A CORUÑA

A CORUÑA

Obtuvo, entre otros premios, la Palma de Oro en el Festival de Cannes Muchos le consideraron como el padre del cine aficionado gallego, pues a su amparo y con sus enseñanzas surgieron numerosos realizadores del pequeño formato (8 y 16 milímetros). Era, además, un tipo simpático, un «sabio distraído», como le llamaba su buen amigo Domínguez Durá, una mezcla de Albert Einstein y Luis Berlanga. Vivió en A Coruña más de un cuarto de siglo, en cuyo Distrito Forestal estuvo destinado como ayudante de Montes. Se llamaba José Ernesto Díaz-Noriega.

02 feb 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

Había nacido en Barcelona en 1912. Casado con Julia Villalva Aguirre, su profesión de ayudante de Montes le llevó a varios destinos, entre ellos Valencia, Madrid y A Coruña, a donde llegó en los años cincuenta. Pero lo que a Díaz-Noriega le gustaba realmente era el cine. Así, en 1935, con una cámara Kodak de ocho milímetros de segunda mano, filmó en Madrid Las ninfas de la charca, a la que siguió, en la primavera de 1936, El viejo parque del Oeste. Durante la Guerra Civil realizó Un frente en calma, sobre la retaguardia nacional en cuyo ejército luchó (un soldado va a pasar unos días de permiso a su casa, pero resulta muerto). La contienda bélica fue dura para la familia Díaz-Noriega. El padre de su esposa, Federico Villalva, habilitado del Congreso de los Diputados, fue asesinado, junto a su hijo Bernardo, el 7 de junio de 1936 en las afueras de Madrid. La aportación documental más importante de esta época suya fue Banderas victoriosas, filme de treinta minutos sobre el magno Desfile de la Victoria, en mayo de 1939, en el Paseo de la Castellana ante el Generalísimo Franco. De la época coruñesa fueron Dos versiones del mar, que obtuvo el primer premio en el Certamen Internacional de Cine del Mar de Santander; Sever odnum (Mundo al revés), realizada en colaboración con Rafael Luca de Tena, que era una parodia de una película de los catalanes Font y Pruna; El jurado, que recibió el primer premio del Festival de Oviedo; El cine amateur, filme satírico-didáctico que ganó más de veinte grandes galardones, como el citado de Cannes y los de Dvronik, Barcelona, A Coruña, Estoril o Guimaraes; Al Nasr Altair, berlanguiano homenaje en Carballo al teniente general Prado; El festival, donde se ironizaba, entre otras cosas, sobre la llegada de los semáforos a la ciudad herculina; Os suevos, historia de la familia del mismo nombre, y Bosques de Galicia, documental realizado con Guillermo Camarero, que se presentó al Festival Mundial de Cine Forestal. Sonorización A ello se unieron, en su última etapa, la sonorización de filmes clásicos, como Nosferatu, Metrópolis, Sangre y arena... Quizás el más logrado fue el primero, rebautizado como Nosferatu la pugnete, donde se hacía una parodia de la transición política española, apareciendo personajes como el rey Jonathan Carolus, el presidente Dráculas Navarro, Lopues Rollo y Nina Democracia, tierna y frágil dama, a la que acechaban tenebrosos elementos.