El poeta Aurelio Aguirre murió ahogado en la playa de San Amaro en 1858

La Voz

A CORUÑA

HISTORIAS DE A CORUÑA Algunas versiones apuntaron al suicidio, pero investigaciones posteriores lo descartaron Aguirre fue la figura más polémica del «banquete de Conxo», amén de encarnar al poeta romántico por antonomasia de mitad del XIX. De ahí que su muerte, con sólo 25 años, en la playa de San Amaro, hizo que surgiese una leyenda apuntando al suicidio. Sin embargo, investigaciones posteriores, entre las que destaca la de Josefina López de Serantes, lo descartaron. También se dijo que estaba enterrado en Valdediós, cuando en realidad yace en Santo Domingo de Bonaval.

22 abr 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

Aurelio Aguirre Galarraga nació en Santiago el 23 de abril de 1833. Su padre murió pronto, casándose su madre nuevamente con un caballero de ideas liberales, que influirían poderosamente en su hijastro. Aurelio se matriculó en la Facultad de Derecho compostelana, en donde hizo amistad con personajes que luego destacarían en el mundo literario, como Eduardo Pondal. También conoció, como documentó Bouza Brey, a la mismísima Rosalía de Castro (a la que dedicó el poema Improvisación). Fue Aguirre un dinamizador cultural, destacando las veladas que promovía en el Liceo de la Juventud, en el Convento de San Agustín. Con Pondal y otros jóvenes universitarios participó, el 6 de marzo de 1856, en el famoso banquete de Conxo, al que fueron invitados representantes de la clase obrera. Fue una especie de toma de conciencia con la realidad social de la época en la que Aguirre sería su figura más activa, tanto que su discurso y el de otros oradores fueron denunciados a la Audiencia de A Coruña, quien decretó el destierro de los jóvenes a las islas Marianas. Menos mal que los buenos oficios del fiscal de Santiago hizo que la sanción fuese menos severa. Una de las frases del discurso de Aguirre que más soliviantó a los biempensantes fue la alusión que hizo a Jesucristo, del que dijo que «era el hijo de un modesto carpintero». El joven Aurelio fue recibido después por el arzobispo compostelano, que quería conocer las ideas religiosas del poeta. Antes de la entrevista, tuvo una violenta discusión con el secretario de Su Eminencia, un fraile dominico. Finalmente, escribió unos versos titulados A mis calumniadores, donde dejaba clara su fe religiosa.