Los nietos de Franco y la ciudad

La Voz

A CORUÑA

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HISTORIAS DE A CORUÑA La familia del Caudillo acostumbraba a pasar largos períodos en Meirás Mientras que el Caudillo y su esposa eran homenajeados en el Ayuntamiento coruñés durante la tradicional cena de gala que se les ofrecía en las fechas finales de su estancia en el pazo de Meirás, los nietos de Franco recibían el homenaje al aire libre en la misma plaza de María Pita, consistente en una fiesta infantil con guiñoles, payasos, gigantes, cebezudos y repartos de golosinas. El acto solía organizarlo el Gobierno Civil de A Coruña, en colaboración con el Frente de Juventudes.

08 abr 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

CARLOS FERNÁNDEZ A CORUÑA La primera nieta del Caudillo, Carmen Martínez-Bordiú Franco, nació en 1951. Le siguieron Mariola, Francisco, Merry, Cristóbal, Jaime y Arantza. Los veranos, sobre todo en los 50 y 60, solían pasarlos en el pazo de Meirás. Aparte sus padres y su abuela (el Caudillo no se metía mucho en la educación de sus nietos), la fiel cancerbera de los niños era la institutriz inglesa Beryl Hibbs, a la que llamaban Nani. Ésta siempre les hablaba en inglés, pues sólo chapurreaba el castellano. Jaime le respondía en castellano, a lo que ella le reprendía. Un día, el niño le dijo: «Si mi abuelo, que es el que más manda en España, no habla el inglés, ¿por qué lo tengo que aprender yo?». La contestación de Nani fue muy astuta: «Si tu abuelo hubiera podido también hablaría inglés, pero es que, además, lo entiende, aunque haga que se lo traduzcan». Bastiagueiro En Meirás, los nietos seguían un régimen menos controlado que en El Pardo. Uno de los problemas del veraneo era que el pazo no tenía playa. De ahí que fuesen a la casa que poseían en la playa de Bastiagueiro. El No-Do filmó unas antológicas escenas en las que aparecía Franco en la arena con chaqueta, corbata y zapatos, mientras los nietos estaban en pantalón corto y, tras pedirle permiso, en bañador. En el Azor disfrutaban de lo lindo, especialmente cuando su abuelo pescaba los cachalotes de 30 toneladas y los atunes de 350 kilos facilitados por los buceadores de la Armada. Pero la diversión más especial a la que asistían los nietos era la fiesta infantil de la plaza de María Pita. Nada más llegar, las nietas recibían un ramo de flores y los nietos una caja de bombones. Se sentaban en elegantes sillones, mientras el resto de invitados lo hacía en sillas de madera y el público en general se echaba al suelo, o permanecía de pie. Las actuaciones solían ser de teatro guiñol (con vocabulario blanco), música infantil, danzas típicas gallegas, payasos y concursos de disfraces.