El castillo de San Diego fue demolido hace 35 años para ampliar los muelles

La Voz

A CORUÑA

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CARLOS FERNÁNDEZ HISTORIAS DE A CORUÑA El baluarte fue construido entre 1606 y 1636, durante el mandato del capitán general Pedro de Toledo Resultaría inimaginable que países como Francia o Inglaterra, donde el respeto a la historia es grande, hubiesen cometido el atentado que significa el derribo de un castillo del siglo XVII. Pero en España, donde lo que estorba se elimina rápido, todo es posible. Tal sucedió en A Coruña, a mediados de la década de los 60, cuando el castillo de San Diego, que con el de San Antón era uno de los viejos baluartes de la defensa de la ciudad, se demolió con el pretexto de que estorbaba para la ampliación del puerto comercial.

23 dic 2000 . Actualizado a las 06:00 h.

CARLOS FERNÁNDEZ A CORUÑA El castillo había comenzado a construirse durante el mandato del capitán general de Galicia Pedro de Toledo, marqués de Mancera, entre 1630 y 1636, terminándolo su sucesor Francisco González de Andía e Irazábal, marqués de Valparaíso. Al principio se le llamó castillo de San Gaspar, pero a partir de 1644 ya se conocería como castillo de San Diego. En el relato del ataque francés a Coruña de 1639 ya se habló de la eficacia de la nueva fortificación, tendiéndose entre San Diego y San Antón una cadena que cerraba el puerto, así como la utilidad de su artillería, que no cesó de bombardear la escuadra del almirante Sourdis. Sobre el castillo, en una elevación que lo dominaba, el mismo capitán general inició la construcción de otro fuerte, del que se tiene noticia por vez primera en 1655 y que se llamaba Valparaíso. Estabilizado el fuerte y concluida la obra, San Diego fue gobernado por un capitán de los ejércitos reales durante muchos años. Mantenía San Diego tras las sucesivas obras y modificaciones del siglo XVII, una forma irregular adaptada al saliente rocoso en que se asentaba, con dos plataformas para artillería y un conjunto de locales agrupados en su centro, en los que se encontraban los cuerpos de guardia, el almacén, la capilla, el polvorín y el cuartel, todo ello para atender a una potencia artillera de 30 cañones. Al revés que San Antón, que fue islote hasta hace no mucho tiempo, el de San Diego estaba unido a tierra y no tenía foso. Se abastecía de agua en una fuente distante 150 metros. A finales del siglo XVIII se edificó el fuerte de Oza y el de Adormideras. Fue obra de los ingenieros Blas Gil de Bernabé. En 1886, el Gobierno hizo público su deseo de conservar el castillo, mientras la Diputación y el Ayuntamiento de Oza querían eliminarlo. A favor de estos dos últimos estaba Ramón Faginas, que, en 1890, pidió la eliminación del castillo para dejar construir a los dueños de los terrenos vecinos.