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Las compañías utilizan un sistema para que los restos de fármacos se reciclen y se conviertan en combustible

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Sostenibilidad y economía circular se dan la mano también en la industria farmacéutica para la protección del medioambiente. Gracias a la reducción de residuos, hoy este sector recicla ya el 62 % de los materiales de los envases de fármacos recogidos en los Puntos Sigre, unos contenedores que desde hace veinte años impulsaron las compañías farmacéuticas en España para que el ciudadano deposite en ellos tanto los medicamentos caducados o sobrantes como los envases con restos.

Estos residuos se trasladan a una planta de selección y clasificación situada en la localidad vallisoletana de Tudela de Duero. Allí se eliminan los restos peligrosos y se filtran los no peligrosos, reciclando los envases y separándolos a su vez en papel, cartón, plástico, metales, vidrio, etcétera. Estos residuos de medicamentos no peligrosos se utilizan además como combustible para producir energía eléctrica o en procesos industriales. Un proceso que no solo activa la economía circular en el sector y cierra el ciclo de vida de los medicamentos y sus envases, sino que además permite el aprovechamiento de los residuos generados y minimiza el impacto medioambiental. Pero, además, se ha logrado reducir el peso de los envases farmacéuticos en más de un 25 % y, gracias al funcionamiento de la logística inversa, se ha conseguido obtener un ahorro adicional de otras 1.300 toneladas anuales de CO2.

Cualquier envase que haya contenido un medicamento contiene trazas del mismo, por lo que no debe depositarse en el contenedor amarillo ni en el de cartón, sino en el Punto Sigre. También los frascos, blísteres y tubos que hayan estado en contacto con el fármaco o los restos de medicamentos caducados, en mal estado o sobrantes. Sin embargo, no se deben depositar artículos como agujas, gasas o termómetros, al igual que radiografías, productos químicos o pilas. El solo gesto de tirar los restos y cajas vacías de medicamentos en los Puntos Sigre se traduce también en el ahorro de 350 millones de kilovatios por hora, además de la reducción del consumo de agua en más de 300 millones de litros, y de petróleo en más de 55 millones. Por otro lado, a lo largo de estas dos décadas se ha evitado la tala de al menos 165.000 árboles, lo que equivale a unas diez veces el parque de El Retiro de Madrid.

Contribución a los ODS

El diseño de los envases, una fase en la que se estima que se produce el 80 % de su impacto ambiental, ahorra ahora más de 150 toneladas de materias primas gracias a la participación de más de 330 compañías farmacéuticas en los Planes Empresariales de Prevención de Envases liderados por Sigre. Unos planes que lograron poner en el mercado español casi 500 millones de unidades de fármacos con alguna mejora ambiental en su envase cada año. “Hoy, veinte años después de poner en marcha Sigre, hemos conseguido entre todos quizás la parte más importante: que el reciclaje de los envases y residuos de medicamentos forme parte de los hábitos sociosanitarios y medioambientales de los hogares españoles. El 95 % de los españoles está ya concienciado del daño medioambiental que supone tirar estos residuos a la basura o por el desagüe”, señala Humberto Arnés, presidente de Sigre y director general de Farmaindustria, que añade: “Estas cifras son solo una muestra de que la industria farmacéutica ha implantado y consolidado un modelo innovador y pionero de gestión ambiental de residuos de envases vacíos o con restos de medicamentos de origen domiciliario, un modelo eficiente que contribuye de forma exitosa a los Objetivos de Desarrollo  Sostenible de Naciones Unidas.