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La empresa cumple 150 años conservando lo bueno de Galicia

Redacción

Siempre han estado ahí, en tu casa, en el pasillo del supermercado, en cenas y comidas con amigos... No sabrías decir cuando las has visto por vez primera porque tus padres, tus abuelos y tus bisabuelos ya degustaban sus conservas. Albo es de las pocas marcas que siguen manteniendo intactas sus señas de calidad, del buen hacer y su compromiso con Galicia a través de generaciones. Pocas empresas pueden decir que antes incluso de que Galicia tuviese alumbrado público, en 1896, y de que la luz llegara a las casas, Albo ya formaba parte de los hogares gallegos. Son 150 años los que lleva formando parte de nuestra familia, una confianza ganada a pulso desde el nacimiento de esta conservera gallega en 1869. 

Albo fue testigo directo de las primeras experiencias radiofónicas en la comunidad a finales de los años 20 y también de cuando se popularizaron las ondas en los domicilios en la década de los 40. Seguro que los asistentes a la primera proyección del cinematógrafo en Galicia, en el Teatro Circo de A Coruña,  en 1896, abrieron una lata de conservas Albo a la salida del evento. La empresa siguió ocupando un lugar privilegiado en la alimentación de los gallegos cuando el Teatro Principal de Pontevedra proyectó un año más tarde cuatro sesiones de lo que entonces se conocía como «la maravilla del siglo, el espectáculo de más atractivo o fotografía animada». 

Más de una lata de conservas Albo adornó la mesa del domicilio de Rianxo que vio nacer a Castelao, en 1886. Y seguro que también fue protagonista en la comida que tuvo lugar tras la fundación de la Real Academia Galega en 1906 en A Coruña, año en el que también la conservera se establecía en la ciudad coruñesa. Asimismo, Albo fue testigo del movimiento nacionalista gallego con el nacimiento de Irmandades da Fala, en 1918. Un año antes la firma abría su planta de Vigo, que acabaría convirtiéndose en las oficinas centrales de la empresa en 1934, coincidiendo con el gran movimiento obrero de ese año, con gran repercusión en Galicia. En temas laborales, Albo también fue pionera, al ser la primera empresa del sector en dar vacaciones a sus trabajadoras. 

Acompañados de Albo, los gallegos vieron las primeras emisiones televisivas en 1961. Y también adornó la mesa durante la emisión de la llegada del hombre a la luna en 1969. La aparición del primer móvil, de la comunicación sin cables, en la década de los 90 fue una buena ocasión para degustar una buena conserva de la firma gallega, al igual que la popularización de Internet donde todavía hoy acompaña las largas horas ante la pantalla. Y, por supuesto, fue testigo de la celebración de los gallegos del gol de Iniesta en el Mundial del 2010. 

La conservera ha estado, está y seguirá estando en Galicia para adornar tu mesa en cualquier momento, en el día a día, en las celebraciones especiales y en los hitos históricos del futuro. Su vinculación con Galicia está más que demostrada desde hace 150 años y lo seguirá estando con la construcción de una  macroplanta en el polígono de Salvaterra-As Neves. Albo seguirá conservando lo bueno en Galicia.