¿El dinero nos da la felicidad?

P.Avendaño

CIENCIA

Eduardo Parra | EUROPAPRESS

Muchos factores influyen en lo felices que somos. Sin embargo, existe un interrogante que parece difícil de resolver hasta que uno lo vive: ¿el dinero da la felicidad? La pregunta llegó hace años al campo científico y las conclusiones son claras. Sí, tener una buena economía influye de forma positiva en nuestro bienestar, aunque con matices

04 ene 2023 . Actualizado a las 18:47 h.

¿Qué se necesita para vivir una vida feliz? La respuesta es una lista que casi siempre incluye un elemento: el dinero. Lo cierto es que multitud de trabajos científicos han intentado definir la relación entre la economía personal y la percepción de bienestar. ¿Somos más felices siendo ricos? ¿Ganar la lotería te convierte en feliz o en infeliz? Al respecto hay algunas evidencias. Una de las primeras personas en describir la relación entre dinero y felicidad fue Richard Easterlin, un profesor de economía en la Universidad del Sur de California. Este investigador descubrió allá por 1974 que las regiones del mundo con ingresos medios altos eran, en términos generales, más felices que aquellas con ingresos más bajos. Otro estudio concluyó lo mismo tiempo más tarde, en el 2013. Los residentes de los países ricos consideraban, en mayor proporción que los que vivian en países pobres, que su vida actual se acercaba más a «la mejor vida posible». Un ejemplo: en una escala del 1 al 10, en Zimbabwe se colocaban en el 4 y en Dinamarca cerca del 7,5.

Sin embargo, entre las conclusiones del estudio publicado por Easterlin en los años setenta había una clave más relevante: lo importante, en cualquiera de las regiones estudiadas, era tener suficiente dinero para satisfacer las necesidades básicas. Es decir, la comida, la vivienda, la atención médica o incluso la ropa. El experto señalaba entonces que la felicidad personal se incrementaba a medida que lo hacían los ingresos, pero siempre hasta un límite. Es lo que durante años se conoció como la paradoja de Easterlin, aunque ese punto de saciedad financiera ha sido desacreditado en estudios posteriores

Hace años que sabemos que existe esta conexión demostrada entre dinero y felicidad, pero tiene muchos matices. Un informe publicado hace un par de años por la Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido (el equivalente al INE de nuestro país) iba en la misma dirección. La publicación concluía que la satisfacción personal, la autoestima y la felicidad son mayores a medida que aumenta la riqueza del hogar. No es una cuestión de tener el mayor sueldo, sino que, según sus datos, lo que más impacto tiene en lo felices que son los individuos es la riqueza financiera total. Precisamente porque este concepto se relaciona con medir la riqueza desde el punto de vista de la solvencia. Una economía personal altamente solvente equivale, en muchas ocasiones, a una mayor sensación de libertad para tomar cualquier tipo de decisión.

La importancia del tiempo

Y es que el binomio entre economía y bienestar se vincula a otra dicotomía: ¿qué nos hace más felices: tener tiempo o tener dinero? Sobre esto dio algunas pistas una revisión científica publicada en la revista Nature Human Behaviour. Por ejemplo, cuando los autores del estudio evaluaban la felicidad a través de dos preguntas concretas («¿Disfrutó ayer de su vida?» y «¿Sonrió mucho ayer?») los niveles medios de felicidad solo se asociaron de forma «moderada» con el PIB per cápita del país de los encuestados. Es decir, no encontraron mucha relación. La investigación concluye que incluso en un país pobre, «mientras los residentes puedan elegir cómo pasar su tiempo, es probable que disfruten de sus vidas y sonrían mucho».

En el nivel de felicidad también incidían las diferencias culturales. Por ejemplo, la autoestima puede ser un indicador fuerte de la satisfacción de los estadounidenses, pero no entre las mujeres indias. También entra en juego la edad. Los jóvenes y aquellos que transitan ya por la tercera edad tienden a ser más felices. La estadística tiene forma de letra U: en el medio los que tienen entre 40 y 50 años, que son los más desdichados.

Ganar la lotería

Cada año, se venden en España 150 millones de décimos de la lotería de Navidad. ¿Serán más felices los ganadores? Seguro, al menos al principio. Una investigación estadounidense elaborada en los años 80 fue la primera en descubrir que los que ganaban la lotería declaraban niveles de satisfacción vital tan solo ligeramente superiores al resto, después de un año de haber ganado el premio. Además, calificaban sus actividades diarias como menos placenteras. Aquí entra en juego la costumbre. La sensación de bienestar que puede causar gastar 3.000 euros es muy diferente entre alguien que está acostumbrado a hacerlo y quién nunca ha podido. También influye el entorno. Lo deduce un estudio del IESE: «Conducir un Toyota nuevo cuando todos tus semejantes conducen un Lexus nuevo no es lo mismo que ver que otros miembros del grupo conducen coches económicos».

La felicidad en España

Finlandia es el país más feliz del mundo. Otros como Islandia, Dinamarca, Suecia y Noruega están entre los diez primeros. España ocupa el puesto número 29 en el índice global de felicidad. Cada año, un grupo de expertos en la materia clasifica a 156 países en función de cuán felices son sus ciudadanos y presentan un informe con sus conclusiones. El liderazgo continuado de los países nórdicos se ha atribuido siempre a su estado de bienestar: una buena educación, atención médica gratuita e incluso bajas tasas de criminalidad. «No son sociedades que gastan horas y esfuerzo en convertirse en multimillonarios. Simplemente buscan un buen balance en sus vidas», explicó en su día Jeff Sachs, co-creador del informe.

En España, un equipo de investigadores de la Universidad de Castilla la Mancha realizó encuestas por todo el país para determinar qué nos hace más felices a los españoles. La familia continúa siendo el principal factor de felicidad, con el 38 % del efecto total. El dinero tan solo es el 10 % de nuestro bienestar.