El 18 de junio de 2021, tras recibir el alta hospitalaria, se le controló con una exploración y pruebas de laboratorio semanales, incluyendo un panel metabólico básico, pruebas de función hepática y un recuento sanguíneo completo con diferencial, y se observó que estaba bien, sin ningún efecto adverso y con marcadores de laboratorio estables.
De hecho, sus lesiones cutáneas mejoraron significativamente durante las dos primeras semanas de tratamiento y continuaron mostrando una mejora constante durante los meses siguientes, con una disminución de la inflamación y la nodularidad.
Dada su marcada mejoría y la ausencia de efectos adversos, el paciente ha continuado con la terapia bacteriófaga intravenosa. Ha tenido brotes intermitentes de su artritis seronegativa y se ha planificado una terapia inmunosupresora adicional con la preocupación de que la alteración del sistema inmunitario del huésped pueda afectar al control de la infección, por lo que se ha continuado con el bacteriófago y los antibióticos.
Hasta hoy, este es el primer caso de una infección humana por M. chelonae tratada con un bacteriófago, y el primer caso de tratamiento con un solo fago para una infección por micobacterias.
r. romar
Año 2013. El servicio de Microbiología del Chuac detecta en el hospital coruñés un brote de la temida bacteria Klebsiella pneumoniae. Una situación parecida se vivía en otros hospitales a lo largo de España y del mundo. Por más que se extremaran todas las medidas de seguridad, fue imposible erradicarla y ya casi es endémica, aunque en Galicia los casos son muy limitados. Pero a los microbiólogos les vino una pregunta a la cabeza. ¿Qué tenía de especial esa cepa? Sabían, por la experiencia clínica, que era muy resistente a los antibióticos, que tenía un gran poder para adherirse al huésped y a las superficies y una enorme capacidad de diseminación. Pero, ¿por qué?
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