Los científicos harán controles periódicos de la colonia protegida de murciélagos de la Cova das Choias

f. albo MONFORTE / LA VOZ

CIENCIA

Carlos Rueda

El objetivo es comprobar si el cierre de la cavidad es efectivo para conservar la población, en estado de declive

14 abr 2018 . Actualizado a las 09:30 h.

Científicos de la asociación Drosera realizarán un seguimiento continuado de la colonia de murciélagos de la Cova das Choias, en A Pobra do Brollón, para comprobar si son efectivas las medidas de protección impulsadas recientemente por el Ayuntamiento. El pasado enero, la entrada de la cavidad fue cerrada con una valla de madera para impedir las visitas incontroladas que en los últimos años causaron una fuerte merma en esta población de quirópteros, en la que figuran dos especies raras y amenazadas.

Según explica el biólogo Roberto Hermida, miembro de Drosera, los controles deberán realizarse al menos dos veces al año, una de ellas a finales de la primavera y la otra en invierno, entre diciembre y enero. En primavera -añade- es necesario comprobar si se recupera la colonia de cría del murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii), que se reproduce en esta época del año dentro de la cavidad. La otra especie protegida que vive en la gruta es el murciélago pequeño de herradura (Rhinolophus hipposideros), que cría en el exterior en primavera -en edificios abandonados- pero se refugia en la cueva en invierno.

Hermida apunta que la Cova das Choias es la primera cavidad de Galicia en la que se han restringido las visitas con el fin expreso de proteger especies raras de murciélagos. «Polas experiencias que se fixeron noutras partes da Península e de Europa, sábese que estas iniciativas poden conseguir que as poboacións de morcegos se recuperen, pero para iso hai que esperar tres ou catros anos», señala. Mientras tanto es necesario realizar un seguimiento para verificiar si el cierre de la cueva está teniendo eficacia. «En caso de non ser así habería que estudar unhas medidas de protección máis restritivas», agrega. El biólogo indica que esto sucedió en una cueva protegida de Soria, donde hubo que reforzar el cierre al verse que el primero que se instaló no conseguía impedir del todo el acceso de visitantes incontrolados.