Los pinchazos tienen los días contados para los diabéticos

CIENCIA

La idea de un joven estudiante de 26 años es reconocida por el MIT de EE.UU. que lo ha distinguido como el mejor innovador español del año

19 feb 2018 . Actualizado a las 22:59 h.

A penas tiene 26 años y ya ha montado una empresa, MedicSen, que se rifan inversores. Eduardo Jorgensen, de padre danés, de ahí su apellido, es según el célebre Massachusetts Institute of Technology, el MIT, el mejor innovador español del año por una idea que persigue facilitarle la vida a los diabéticos. Asegura que sabe cómo crear un páncreas artificial que eliminará las agujas de la rutina de estos pacientes. La idea la tuvo durante una consulta en el hospital cuando una niña puso la bomba de insulina sobre la mesa y dijo que no quería seguir con el tratamiento. «No podía ir a fiestas de cumpleaños ni excursiones. Pensé que no es normal una enfermedad tan conocida y con tan pocas formas de tratamiento y tan caras. Me tocó, vi una necesidad y una manera de solucionarlo. Me lancé a por ello». Su meta es que en el 2020 los pinchazos ya sean historia. «Los sustituirá un parche pegado a la piel».

 -¿En qué consiste un páncreas artificial?

-Puede parecer que es como un órgano que se mete dentro del cuerpo, pero lo que hemos diseñado se basa en un algoritmo que está en la nube y que va recogiendo información de los sensores que ya llevan los pacientes hoy en día: monitores continuos de glucosa o smartwatches. Con esa información se predice la cifra de glucosa que va a tener el usuario hasta dentro de dos horas. Aporta esta información a través de un aplicación tipo chat en la que el usuario puede decir: ¿si he tomado un refresco de cola cómo estará mi glucosa? Y se le da un consejo. Por otro lado, cerramos el círculo del tratamiento de la diabetes con un parche que se coloca sobre el brazo o el abdomen y es capaz de administrar la insulina sin ningún tipo de aguja. Lo hace a través de la piel y automáticamente guiada por el algoritmo.

-¿Cuándo se podrá empezar a utilizar?

-La app ya está en Google Play Store. La pueden descargar todos los usuarios de Android para probarla y darnos su opinión de cómo mejorarla. Es en lo que estamos ahora. Antes de que se acabe el año implementaremos un módulo nuevo de cálculo de dosis de insulina. Respecto al parche, hemos realizado todas las pruebas de laboratorio y vamos a dar el salto a las pruebas en humanos, por lo que estamos buscando tanto socios como inversores para llevarlo a cabo. Esperamos que llegue al mercado al final del 2019. Será una primera versión: el usuario tendrá que pulsar los botones y decir: «ahora quiero tres unidades de insulina». Actuará como una inyección sin agujas. Para el 2021 llegará en el formato de páncreas artificial. Funciona automáticamente guiado por el algoritmo sin tener que ser controlado por el usuario.

-¿Y cómo lo manejará hasta entonces?

-En la versión del 2019 del parche, el usuario tiene que poner la insulina dentro y decir al dispositivo cuándo se la administra. Esto requiere esfuerzo y planificación. Cuando el parche ya esté guiado por el algoritmo no serán necesarias ni bombas ni otras aplicaciones.

-¿Será el cuerpo del usuario el que informe?

-Sí, con un monitor continuo de glucosa se obtiene información de la misma, con monitores de actividad física se ve cómo está de activo el paciente. Y él dice cuánto ha comido a través de un sistema similar a un chat.

-¿Es muy arcaico el método actual?

-Las bombas de insulina son incómodas, no se adaptan al estilo de vida habitual de los pacientes. Es hora de que eso cambie.

-¿Cómo se comercializará? ¿En la sanidad privada?

-Saldrá a través de canales privados de venta, probablemente online. A largo plazo queremos que sea cubierto por los sistemas nacionales de salud. Son negociaciones largas y difíciles.

-¿A cuánta gente podría ayudar tu invento?

-Para todo aquel que tiene diabetes el control es importante pero, los que más beneficios recibirían son los insulinodependientes, podrán utilizar el parche y eliminar las agujas de su día a día. Esto es aproximadamente un tercio de las personas con diabetes.

-¿Fue una sorpresa el reconocimiento del MIT?

-Sí, sobre todo porque no me presenté. Fue un compañero que conocí en otro proyecto de investigación el que propuso mi candidatura y la puso en conocimiento del MIT. Es todo un honor. Además, también estoy nominado para la candidatura global de estos premios.

-¿Cuál fue el premio?

-Un viaje al MIT de una semana. Es una comunidad que se nutre de innovadores que se arriesgan para hacer cambios en el mundo.

-¿Ya tiene un pie dentro?

-Al final estuve un mes. Es alucinante. Tuve reuniones con académicos, investigadores, empresarios. Es una cultura organizada en torno a la eficiencia, el dinero, los negocios. Viven muy rápido y a veces puede ser incómodo.

-¿Cuánto hay que aprender de ellos en España?

-Desde nuestra modesta y humilde opinión, aquí se le tiene miedo emprender. Es necesario cambiar esa mentalidad, pero también hacer más sencilla la burocracia.

-¿Cómo un joven estudiante de 26 años ya tiene una empresa por la que se interesa el MIT?

- Cuando tuve la idea todavía estaba en la carrera. Fui a Nueva York donde me formé en un programa de emprendimiento. La idea creció cuando volví. Montamos la sociedad limitada hace tres años. Éramos estudiantes recién graduados. Yo antes quería especializarme en neurocirugía. Ahora tenemos varios inversores, hemos crecido. Tenemos mentalidad de start-up.