Nuevas investigaciones rescatan el esplendor olvidado del convento de San Francisco

montse carneiro A CORUÑA / LA VOZ

CIENCIA

CESAR QUIAN

Veinte especialistas clausuran el congreso sobre el cenobio mendicante medieval con importantes avances científicos

07 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

De la importancia del convento -hoy yacimiento- de San Francisco da idea la sesión de las Cortes de Carlos I justo antes de partir a Alemania para ser coronado emperador en 1520, o la acogida al todavía príncipe Felipe (II) también en sus últimos días en España antes de embarcar para contraer matrimonio con Mary I de Inglaterra. «Nos hemos olvidado de la importancia del convento y nos hemos olvidado de la importancia de nuestra ciudad como centro marítimo y militar, y de comunicaciones, durante la dinastía de los Austria», subrayó la historiadora del Arte Mónica Rey Cabezudo, al frente del congreso O convento de San Francisco. Testemuñas Esquecidas, que hoy finaliza en el Museo Militar.

Hallazgos

Durante tres jornadas, una quincena de jóvenes investigadores presentaron sus trabajos alrededor del complejo mendicante medieval, un espacio abierto y comunitario al servicio de los vecinos hasta el siglo XIX, que ha sido cárcel, almacén militar y hasta tienda de sombreros y en el último siglo ha ido desperdigándose por San Nicolás, el castillo de San Antón, el yacimiento próximo al Museo Militar o la iglesia gótica -neogótica, por obra de Pons Sorolla y Chamoso Lamas- reconstruida en el paseo de los Puentes entre 1963 y 1981. «No me consta que se numeraran las piezas», apuntó en la conferencia inaugural la profesora Dolores Barral sobre el traslado del templo, «contrario a la ley», y que años después dio lugar a la aparición de fragmentos góticos, «hasta una Virgen de la O sin cabeza», con ocasión de las obras de apertura de nuevas calles. Las piezas no encontraron su encaje en el imposible puzle de la reconstrucción, documentado fotográficamente por un vecino, y allí quedaron durante décadas.

La capilla laica de la Orden Tercera y la posible reconstrucción del claustro del convento son el núcleo de algunas de las investigaciones presentadas en el congreso, un acontecimiento en sí mismo, pues profundiza en el trabajo sobre San Francisco iniciado por la profesora medievalista de la USC y el único hasta ahora abordado con criterios científicos. Barral Rivadulla anunció el acceso, por fin, a documentos que le permitirán completar su estudio del complejo: por un lado, la descripción del estado del inmueble y el inventario de bienes cuando fue desamortizado, en textos custodiados en el Archivo del Reino de Galicia, y por otro, en el archivo del Gaiás, la crónica y planos del traslado de la iglesia gótica a su actual emplazamiento.

Todas las comunicaciones del congreso, que podrán visionarse en YouTube y descargarse de Internet, quedarán recogidas en un libro.

«El mayor logro sería que alguien preguntara dónde está el yacimiento y fuera a verlo»

Dolores Barral, profesora de Historia da Arte en la Universidade de Santiago y autora del único trabajo científico sobre el convento de San Francisco, inauguró el jueves el congreso en el Museo Militar «vestida de franciscana, de marrón y con sandalias», y portando la importante noticia del acceso a documentos que le permitirán completar el estudio del cenobio y la iglesia gótica desde la desamortización hasta hoy.

-¿Cuál es el valor de San Francisco?

-La reivindicación de una iglesia desconocida para la ciudadanía coruñesa. Conseguir que alguien lea algo sobre el convento, pregunte dónde está y vaya a verlo sería el mayor logro.

-¿Qué aportaron las órdenes mendicantes medievales?

-Vida. Eran órdenes vivas y cercanas al pueblo. Les hablaban en su idioma, en las lenguas vernáculas, les ponían ejemplos, los guiaban. A excepción de ciertas zonas, como el ábside, evidentemente, el convento era un espacio abierto y comunitario al que tenían acceso los fieles. La implantación de los franciscanos en la vida diaria coruñesa era importantísima. El convento de las Bárbaras es de clarisas desde 1912, hasta ese año y desde el siglo XV, eran terciarias franciscanas.

-¿Cómo era el convento en el siglo XV?

-Un lugar vivo que atraía a muchísima gente; de hecho, las órdenes mendicantes tienen problemas con los párrocos porque los fieles abandonan las parroquias y por devoción prefieren enterrarse en los conventos franciscanos, porque se sienten más identificados con su forma de vida. Así es que llega un momento en que los párrocos dicen, pues muy bien, pero tú me pagas el diezmo, o la luctuosa... Sí, pero yo me entierro en San Francisco.

-¿Quién está enterrado aquí?

-Muchísima gente. De hecho, en el suelo del empedrado hay varias lápidas reutilizadas, de gente mareante, de rederas, de muchos caballeros, muchas damas a las que vamos a poner cara a través de las lápidas que han ido apareciendo y que ahora están en el museo. Este yacimiento es el que más información nos ofrece de la ciudad.