Mariano y el Principio Copernicano

CIENCIA

07 nov 2016 . Actualizado a las 15:18 h.

Ahora que por fin parece que a la tercera (¿votación de investidura?, ¿convocatoria de elecciones?) va a ir la vencida y Mariano Rajoy será reelegido presidente, aprovecho para recuperar para la «causa» una historia que arranca -o culmina- en septiembre de 1993 cuando un artículo publicado en la prestigiosa revista científica Nature predecía cuánto tiempo continuaría el Partido Conservador, que en ese momento llevaba ya catorce años en el poder, al frente del gobierno británico: con un 95% de confianza podía afirmarse que seguiría gobernando más de 4 meses pero menos de 596 años. Los conservadores perdieron las elecciones en mayo de 1997. 

Más allá del resultado, lo interesante es que dicha predicción -o mejor, estimación, como veremos en un momento- se hizo aplicando el Método Copernicano, desarrollado por el astrofísico estadounidense John Richard Gott y que a su vez es una revisión cuantitativa del conocido como Principio (cualitativo) copernicano.

Dicho Principio afirma que nuestra ubicación tanto en el espacio como en el tiempo -sobre todo en este último en lo tocante a nuestros intereses, coincidentes con los de Gott- no tiene nada de especial. Y fue bautizado así en honor del astrónomo polaco Nicolás Copérnico, quien postuló un universo heliocéntrico, en el cual la Tierra sólo es un planeta más que gira alrededor del Sol y no al revés, es decir, con la Tierra en el centro del universo y el Sol y los demás planetas girando a su alrededor como propugnaba el geocentrismo vigente en esa época (y que aún seguiría ahí por algún tiempo más).

En realidad, Copérnico no formuló de forma explícita el principio al que da nombre. Éste más bien surgió por «generación espontánea» entre los hombres de ciencia. Uno de los primeros, sino el primero, en aplicarlo de forma práctica, casi un siglo después de que Copérnico lo hubiese no-enunciado, fue el matemático y físico holandés Christiaan Huygens quien calculó la distancia de la Tierra a Sirio tras barruntar el siguiente razonamiento: ¿Y si el Sol no es el astro rey, sino solo una estrella normal y corriente como todas las demás que brillan en el firmamento? Basándose en esta idea Huygens calculó la distancia a la que se encuentra Sirio asumiendo que ésta fuese una estrella tan brillante como el Sol. El valor al que llegó no fue lo que se dice muy exacto, pero en este caso lo trascendente no es el resultado final sino el razonamiento que empleó (una revisión del principio copernicano). Además de ir un paso más allá que Copérnico al afirmar que el sol tampoco es el centro del universo, sino una estrella más. Eso sí que es un proceso de descentralización.

 Tres siglos más tarde, J. Richard Gott, iba a convertir el Principio en un Método cuantitativo. En su libro Los viajes en el tiempo y el universo de Einstein, relata cómo se le ocurrió: «En 1969, cuando visité el Muro de Berlín, éste llevaba construido ocho años. La gente se preguntaba cuánto iba a durar aquello. Algunos pensaban que era una aberración temporal, mientras otros creían que perduraría indefinidamente en la Europa moderna. Por mi parte, razoné -siguiendo el principio copernicano- que, dado que no había nada especial en relación con mi visita, estaba contemplando el Muro en algún momento aleatorio de su existencia, en algún punto situado entre su principio y su fin. Si la ubicación temporal de mi visita no tenía nada de especial, entonces había un 50% de probabilidad de que me hallara en los dos cuartos centrales de ese periodo. Si me encontraba al principio del intervalo medio, entonces había transcurrido ya la cuarta parte de su existencia y aún le quedaban otras tres cuartas partes. Si, en cambio, me hallaba al final de dicho intervalo, el Muro había estado ya en pie las tres cuartas partes de su duración y sólo permanecería una cuarta parte más en el futuro. Así pues existía una probabilidad del 50% de que la duración futura de aquello estuviera entre 1/3 y 3 veces su duración pasada. Ocho años divididos por 3 dan 2 y 2/3 años mientras que ocho años multiplicados por 3 dan 24 años. Así pues y ante el propio Muro en 1969, predije a mi amigo Charles Allen que había un 50% de probabilidad de que esa ominosa frontera durara entre 2 y 2/3 y 24 años. Cuando el Muro se vino abajo en 1989, a los veinte años, según mi predicción, decidí que escribiría todo esto algún día».

Ese momento llegaría en mayo de 1993 con la publicación en la revista Nature de un artículo titulado Implicaciones del principio copernicano en nuestras expectativas de futuro en el que Gott exponía su método y lo aplicaba para estimar la duración de la especie humana. La formulación presentada en sociedad difería un tanto de la esbozada en Berlín veinticuatro años antes. En su versión definitiva, el Método copernicano afirma que existe un 95% de probabilidad de que lo que estamos presenciando forme parte del 95% central de su «vida» o «duración». O, explicado desde el ángulo contrario, que sólo hay una probabilidad del 2,5% de que seamos testigos del principio o el final de «algo» -en el artículo citado ese «algo» era la existencia de la especie humana-, ya que eso nos haría especiales o al menos haría que estuviésemos viviendo un momento especial. Y por definición (y por el principio copernicano) es mucho más probable que nos toque vivir un momento no especial. Vaya, que lo de estar en el momento justo en el lugar adecuado es muy improbable. Matemáticamente, el Método copernicano de Gott (él se refiere al mismo como Principio y no como Método, aunque a efectos de distinguirlo del original cualitativo es más práctico recurrir a la segunda denominación) se formula como sigue: Hay una probabilidad del 95% de que la duración futura de eso que estamos observando/viviendo esté comprendida entre 1/39 y 39 veces la duración pasada. Así, para estimar su duración basta con multiplicar el tiempo que lleva existiendo por ambos factores para obtener los dos (generosos) márgenes entre lo que formular nuestra predicción.

La única limitación del Método copernicano es que no tiene sentido aplicarlo cuando se tiene la certeza de estar viviendo un momento especial en la vida de ese algo sobre lo que vamos a aventurar su futuro.

Apenas unos meses después, y como hemos visto, Nature recogía un nuevo artículo que aplicaba dicho Método a la política británica.

Lo que nos devuelve al punto de partida: teniendo en cuenta que el PP, de la mano de Mariano Rajoy, accedió a La Moncloa el 20 de noviembre de 2011, es decir, hace casi 5 años justos, el Método Copernicano permite predecir con un 95% de confianza que el binomio PP-Rajoy estará al frente del ejecutivo más de un mes y medio pero menos de 195 años.