El docente del Instituto Teológico presenta una obra sobre el antiguo arzobispo compostelano
10 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.El profesor de Teología Carlos García Cortés presenta hoy en la Librería Egeria una biografía sobre Zacarías Martínez Núñez, figura clave de la Iglesia española en el primer tercio del siglo XX y máximo representante de la diócesis compostelana entre 1927 y 1933.
-¿El padre Zacarías es quizás un personaje algo olvidado por la Historia?
-Es cierto que es una de esas figuras que se han ido olvidando con el paso de los años, pero en su tiempo sí que fue un personaje muy estudiado. Y no es para menos ya que mientras estaba vivo fue un hombre tremendamente conocido y admirado en toda España, de hecho su presencia era muy apreciada tanto en actos religiosos como civiles, especialmente en aquellos relacionados con la ciencia.
-¿Esa relación con la ciencia fue una constante en su vida?
-Sí, fue un apasionado y un erudito en algunos campos científicos. En este sentido es paradigmática su relación de amistad con Ramón y Cajal, a quien conoce durante su formación universitaria y con quien mantiene correspondencia hasta poco antes de su muerte.
-¿En este sentido, era una excepción dentro de la Iglesia de la época?
-Es cierto que la relación entre ciencia y fe vivía un momento conflictivo. En los sectores más tradicionales estaban mal vistos ciertos planteamientos científicos, pero hay que tener en cuenta que él pertenecía a los agustinos, una orden que siempre ha hecho apostolado intelectual de la ciencia. Además él sabía compaginar y entender muy bien esta relación, veía los excesos en algunos aspectos del progreso científico, pero mantuvo siempre muy vivas ambas pasiones.
-Otra aspecto en el que destacaba era en su labor como orador y predicador.
-Sí, tenía un don de palabra impresionante. Daba múltiples conferencias en teatros y ateneos sobre temas muy diversos. De hecho, si se consulta la prensa de la época se puede comprobar la enorme propaganda que recibían sus intervenciones en los periódicos de entonces. Especialmente valiosa y reclamada era su labor como predicador en fechas señaladas y actos fúnebres.
-¿Cuál fue su labor como arzobispo de la ciudad?
-Llega ya enfermo y en la última etapa de su vida. Pero aquí es muy bien recibido, especialmente por los círculos intelectuales. De hecho en su momento se hicieron muy conocidas las tertulias que mantenía con catedráticos de la universidad en el palacio arzobispal. Aún así llega a una diócesis muy desordenada, aunque consigue resolver problemas que llevaban tiempo pendientes de resolución. Además en sus últimos años le tocó vivir en un contexto complicado, como fue la proclamación de la segunda República, período en el que la Iglesia recibió un acoso enorme.