La investigación sobre la promiscuidad masculina comenzó con un estudio sobre el comportamiento de los ratones de campo machos, que son monógamos según sea la recepción de la vasopresina en su cerebro. El receptor de esta hormona está conectado con el sistema de recompensas del cerebro, de modo que se muestran un estado positivo cada vez que tratan con una ratón hembra de campo y se aparean.
Esto que les pasa a estos ratones se parece mucho a los hombres, pero según los científicos del Karolinska -donde cada año se elige el ganador del Nobel de Medicina- es tan sólo un especulación.
Este hallazgo, más allá de excusar a los hombres infieles, se prevé que servirá en un futuro para ayudar en la investigación de patologías caracterizadas por presentar dificultades en las relaciones sociales como el autismo o la fobia social, indicó el investigador.