Millones de anchoas mueren en una playa asturiana al huir de depredadores

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN

CIENCIA

Caveda

Quedaron varadas en un arenal de Colunga tras ser atacadas por atunes o lubinas Los científicos descartan que el suceso se produjese debido a explosiones o impactos sónicos

29 sep 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

«Nunca vi nada igual, son millones de peces». Luis Laria, presidente de la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas (Cepesma), apenas daba crédito a lo que había presenciado en la mañana del pasado miércoles: toneladas de alevines de peces, principalmente anchoa, que se encuentra en situación crítica, yacían muertos en la playa de la Griega, en el municipio asturiano de Colunga. La escena se repitió al día siguiente, pero multiplicada por veinte: la acumulación de peces alcanzó hasta treinta centímetros de espesor antes de que los servicios municipales empezaran a retirarlos. Y ayer por la tarde otro cardumen de juveniles de una masa de entre dos y tres toneladas se aproximaba a la costa. El fenómeno, totalmente inusual, alimentó todo tipo de especulaciones sobre su origen. Primero se descartó que se debiera a un vertido, luego un examen de la vejiga natatoria también desechó cualquier posibilidad de que la anomalía se debiera a explosiones o impactos sónicos y los científicos también ven altamente improbable que la elevada temperatura del agua en superficie, que en la playa llegó a 26 grados, sea la causa de la mortandad. ¿Qué ocurrió entonces? Tanto técnicos, como pescadores y los representantes de Cepesma atribuyen el hecho a la presencia de predadores naturales del bocarte, como atunes, bonitos, delfines o incluso lubinas. Los peces, acorralados, escaparon hacia la costa. Y allí murieron.