Andoni López, futbolista de la Ponferradina: «En Lugo me apoyaban en el campo y en la calle me daban muchos ánimos»
CDLUGO
El ex del Lugo compite ahora en el rival de los lucenses este domingo en El Toralín
14 mar 2024 . Actualizado a las 22:48 h.Antoni López Saratxo (Baracaldo, 1996) fichó por la Ponferradina a finales de agosto con la liga ya iniciada. Los bercianos son terceros en Primera FEF y reciben al Lugo este domingo (20.00 horas, TVG2 y FEF TV). El pasado 31 de enero del 2023, fichó por el Lugo en Segunda, con el que jugó 16 partidos, 12 de ellos como titular. El lateral izquierdo debutó en Primera con el Athletic Club en la temporada 2017-2018 jugando como titular.
—¿En qué momento de la temporada está la Ponferradina?
—Afrontando la recta final, seguimos ahí en los puestos de arriba. El equipo se está dando cuenta que todo es más difícil, que las cosas se complican, que hasta los que están abajo ganan ahora más puntos. Estamos con mucha ilusión, nos vemos fuertes, nos vemos arriba.
—¿Cómo valora su rendimiento individual?
—Muy bien, estoy muy contento. Desde que llegué estoy muy contento con el proyecto. En las primeras semanas ya me di cuenta de la calidad humana que había en el vestuario y del nivel competitivo que podíamos tener. Estoy muy contento con lo que he podido aportar al equipo. Queda lo más bonito de la temporada.
—¿En qué medida influyó en su fichaje Íñigo Vélez, que ya fue su primer entrenador en Amorebieta y en Lugo?
—No tengo ni idea. La primera llamada la recibo del club. Antes de la llamada tuve ofertas de otros sitios, pero no se pudieron dar. Cuando recibí la llamada de aquí, con el proyecto que había, con compañeros que ya conocía y me hablaban muy bien del club, fue una ilusión tremenda. El objetivo es ambicioso, el club quiere volver a la categoría donde estaba el año pasado. Era un extra llegar y saber la filosofía del entrenador y que te conozca. Tener esa base evidentemente me ayudó.
—¿Cómo es Íñigo Vélez como entrenador?
—Bien. Es un entrenador que se fija mucho en la competitividad, que seamos un equipo rocoso juguemos mejor o peor, que sea difícil meternos mano, y creo que lo estamos consiguiendo. Somos uno de los equipos con menos goles encajados y llevamos muchas porterías a cero. Y luego que seamos fuertes en las transiciones.
—¿Se encuentra más cómodo en defensa de cinco o de cuatro?
—Depende de la filosofía y del perfil del equipo y de las características de los jugadores que tenga alrededor. Si me lo llegas a preguntar hace un par de años o mismamente el año pasado, te diría en línea de cuatro, pero ahora me da igual porque, incluso jugando en línea de cuatro, mis objetivos y mis características son prácticamente de hacer una línea de cinco. Ahora mismo en el fútbol tampoco cambia mucho la película. Sí puede cambiar en defensa porque te puedes sentir más arropado con un central más cerca, pero en ataque cuando un mediocentro baja a recibir y se mete entre centrales prácticamente te posicionas como un carrilero. No le doy mucha importancia, aunque haya variantes. Me adapto.
—¿Y se ve jugando como interior por delante de otro lateral izquierdo?
—Como interior... Sí he tenido situaciones en las que he tenido que jugar ahí como doble lateral. Sería en momentos muy, muy puntuales. Recuerdo en el Elche tener épocas y salir del banquillo en esa posición muchos minutos porque el partido lo requería. Soy lateral, soy carrilero. Incluso a veces me he encontrado más cómodo jugando como central en una línea de tres que de interior.
—Fichó por la Ponferradina el 29 de agosto con la liga ya empezada. ¿Cómo fue su verano a nivel mental y la temporada pasada entre Tenerife y Lugo?
—Complicado. Es la parte más difícil, no tener contrato en vigor. Ver que van saliendo opciones, parece que cada verano los clubes tardan más, los equipos a nivel de presupuesto tienen más problemas, los fichajes se hacen más tarde. El anterior fue mi primer verano sin contrato en vigor y terminé fichando en Tenerife el 31 de agosto. Este mercado igual no lo he pasado tan mal porque estuve a punto de fichar por dos o tres equipos y no pudo ser prácticamente en el último minuto. El verano pasado sí tenía la sensación de poder fichar. Cuando ves que los equipos empiezan la pretemporada, compañeros que te dicen cuándo empiezan, que pasa julio, que llega agosto, es complicado. Lo que quieres hacer es la pretemporada.
—¿Tuvo opción de renovar por el Lugo?
—No, no, no tuve ninguna. Acabamos la temporada y no tuve ninguna llamada, ningún mensaje ni nada. No sé si algún compañero tuvo llamada, pero no me consta. Estoy aquí con Pablo Clavería y tampoco la tuvo. Y hablando así con varios compañeros que estuvieron sin equipo durante el verano me consta que no tuvieron llamada del Lugo.
—¿Qué destacaría de Pablo Clavería?
—Tácticamente un jugador muy, muy bueno, muy solidario también, un trabajo enorme en el medio campo. Muchas veces no se aprecia desde fuera. Cuando está en el campo se nota. Maneja muy bien los tiempos del partido, tácticamente es muy ordenado, físicamente también, en el uno contra uno es fuerte, es difícil sobrepasarle. Un jugador como él siempre te da un equilibrio y unas posibilidades que no siempre son fáciles de encontrar. Contentísimo con él, con lo predispuesto que siempre está y a nivel humano es muy importante en el vestuario.
—¿Cómo recuerda su media temporada en el Lugo?
—Un poco empañado porque cuando me acoplo al equipo y a las ideas, la situación ya era muy difícil, pero fueron cinco meses en los que estuve muy a gusto y que la afición nos apoyó en la situación en la que estábamos. Tanto el vestuario como el club nos arropó. No tengo ni una mala palabra ni una queja. Es ahí cuando te das cuenta de que por qué clubes como el Lugo están tanto tiempo en Segunda. Llevaba diez años en Segunda. Te das cuenta de la calidad humana que había y eso es muy importante para conseguir el objetivo.
—¿Cuando llega Íñigo se llegan a creer que el equipo se puede salvar? El equipo mejoró mucho defensivamente.
—Sí, sí. Yo desde el principio sí veía mimbres para lograrlo. Sí tengo el recuerdo del partido del Racing en casa, nos hizo mucho daño. Fue de los partidos más difíciles a nivel mental que yo he sentido en mi vida porque teníamos un déficit muy importante en área contrario, cuando llega Íñigo cogemos esa solidez defensiva que en Segunda es vital. Hasta el día del Racing yo sí que veía opciones. Para mí, y creo que para el equipo en general, fue un palo muy gordo. Ponerte por delante en el marcador con lo que nos costaba y ese gol en el último minuto de córner, con una posible falta me hizo mucho daño.
—¿Qué compañeros le llamaron más la atención de aquel Lugo?
—El mismo Sebas Moyano que está haciendo un temporadón en Oviedo. Se lo merece. El año pasado también fue un jugador que sufrió mucho la situación, remó todo el año. Me alegro muchísimo por él. También Óscar (Whalley), Javier Avilés nos ayudó mucho arriba cuando llegó o (Josep) Señé. Éramos un grupo de jugadores que llevábamos años dando un nivel en Segunda, pero hay temporadas que se junta todo, que ves que no vas y no vas, también hubo lesiones. A nivel individual éramos un equipo muy sólido y muy competitivo.
—Usted ficha por el Lugo el 31 de enero cuando se anuncia la dimisión de Carlos Pita, el cese de Fran Justo y el traspaso de Chris Ramos. ¿Quién o quiénes le llaman del Lugo para fichar?
—Yo firmo y es el día que dimite Pita, sí. Tengo tres llamadas el 31 de enero. Una es de Wagner (Molina), otra es del presidente y la tercera de uno de los dos anteriores, no recuerdo cuál de los dos.
—¿Le sorprendió el contexto del Lugo ese día?
—Mi salida de Tenerife no estaba programada. Nadie me había dicho nada en Tenerife. Todo iba normal y el 31 de enero te enteras de todo. Fue todo súper tarde. El Tenerife me comunica a las diez de la noche que me va a rescindir. Cuando tengo la llamada del Lugo ni me lo pienso, era seguir en Segunda. No eran muchos puntos de desventaja (cinco). Ni me lo hubiese pensado ni estando a trece puntos de la salvación. Era una opción muy, muy buena para mí. Quería competir y jugar lo que no hice los primeros meses en Tenerife. Cuando llegas ves el traspaso de Chris Ramos, la dimisión de Pita y te das cuenta que hubo alboroto esos meses.
—¿Percibió que fue uno de los jugadores más valorados por la afición del Lugo esos cuatro meses?
—Sí, me sorprendió. Desde el primer día dejé claro que era un jugador que iba a dar todo, que no me iba a dejar un metro ni una carrera. Notaba en Lugo que la gente me apoyaba en el campo, que por la calle me daban muchos ánimos cuando lo normal, no es que sea todo lo contrario, pero que sean más reservados en una afición que estaba acostumbrada a diez años en Segunda y que había un descenso muy probable. Lo agradecí muchísimo.
—¿Cómo vivió en la ciudad?
—Hablé con varios compañeros, como Pablo Caballero. Pablo me había hablado espectacular de Lugo. Yo, siendo de Bilbao, me siento a gusto, como en casa. Gastronómicamente es espectacular, todo lo que tiene Lugo es espectacular, también sus alrededores y lo disfruté mucho. Estuve muy contento, muy contento.
—¿Cómo recuerda su debut en Primera con el Athletic? Titular en Girona en febrero de 2018.
—Con el tiempo y con los años le he dado no más valor, pero más orgullo. Estaba haciendo una temporada muy buena en el Bilbao Athletic, pero ves que el puesto en el primer equipo está muy bien cubierto. Entonces, no te vuelves loco. Sigues con tu trabajo en el Bilbao Athletic. Teníamos un filial súper competitivo, estábamos arriba, luchando por subir a Segunda. Fue todo muy rápido. Una llamada un lunes para empezar a entrenar con el primer equipo. Fue la segunda vez que me llamaban. Iba a entrenar y me decían que viniese el día siguiente, al día siguiente lo mismo. El jueves o el viernes se me acercan los pesos pesados, como Aritz Aduriz, Raúl García e Iker Muniain y ya empezaron con la comidilla: “Estate preparado para jugar el domingo, vas al ruedo”. En ese momento la cabeza me da un giro y ya es diferente, no piensas tanto en la ilusión, sino en una responsabilidad brutal. Mi sentido de pertenencia al Athletic es enorme, para mí es sagrado, es la vida. Se te mete dentro y no lo disfrutas tanto como lo deberías disfrutar. Lo disfrutas más a posteriori, a las dos o tres semanas te dices: “Debuté con el primer equipo”. Después con el tiempo te vas dando cuenta. El día del partido y los días anteriores esa responsabilidad te come.
—¿Qué fue lo que más le impactó de aquel partido? ¿El ritmo? ¿Algún compañero o rival?
—Sí, sobre todo la competitividad. El Girona, ya en aquel momento, aunque no con los resultados de ahora, tenía ya el perfil de tener mucho el balón, mucha verticalidad por fuera. Yo durante la semana me sentí muy a gusto con el ritmo, veía que el ritmo no me superaba. Siempre me he considerado un jugador que podía no tener problemas en el aspecto físico, pero cuando llega la competición sí te sorprende en los primeros momentos. Te llega el balón y acostumbrado a tener al rival a cinco metros, lo tenía ya a uno y medio. Si antes de recibir el balón no sabías qué hacer con él podías tener problemas. Entrenar con ellos te ayuda porque te da en la competición ese punto extra. Tengo el recuerdo de los primeros minutos, cuando tenía el balón ver que aquello iba a una velocidad diferente a la que yo estaba acostumbrado.