«Cuando le dijeron que haría la pretemporada con el filial, supo que era su oportunidad»

Iván Díaz Rolle
IVÁN D. ROLLE LUGO / LA VOZ

CDLUGO

Su hermano, su entrenador en el Lourenzá y el que lo preparó este verano describen a Andrés Castrín, la nueva esperanza de la cantera del CD Lugo

17 dic 2021 . Actualizado a las 19:59 h.

Diez años del Club Deportivo Lugo en Segunda División contrastan con el pobre bagaje de canteranos que han logrado asentarse en el fútbol profesional. Muy lejos del perfil casi galáctico que presentaron otros opositores, Andrés López Gallo, Castrín (Riotorto, 2003), se gana minutos en la rotación de Rubén Albés a base de trabajo, compromiso y humildad. El central, aún juvenil de 18 años, comenzó la pretemporada a prueba en el Polvorín, se consolidó en el esquema de Álex Ortiz y el técnico del primer equipo lo probó en la eliminatoria copera contra el Adarve. En la siguiente ronda contra el Mirandés ya fue el único futbolista del filial en la lista y disputó los 90 minutos a un gran nivel en el centro de la zaga.

«Todo un orgullo» en la futbolera casa de los Castrín, donde Pablo, ahora jugador del Ribadeo en Preferente, fue enseñando a su hermano, tres años menor, los pasos a seguir. Ambos comenzaron en la escuela local de Riotorto, pero pronto se pasaron al fútbol-8 en Lourenzá. Desde allí, ambos se marcharon al Lugo; el mayor lo hizo un año antes, en el 2014. «En Lourenzá ya jugamos algún partido juntos, a pesar de la diferencia de edad. Siempre he tratado de ayudarle. Incluso ahora, cuando le voy a ver algún partido, luego me pide que le diga qué creo que hizo bien y qué no, e intercambiamos opiniones sobre ello», explica sobre una relación tan férrea que incluso viven juntos en Lugo, donde ambos estudian.

Una familia con tradición futbolística

Andrés Castrín creció en el seno de una familia llena de tradición futbolística. Su padre, Juan, y su tío destacaron en el Riotorto, y su madre, Mari, es prima de los exfutbolistas del Lugo Martín y Suso Murado. Pablo incluso alcanzó la selección española sub-17, donde coincidió con Ferrán Torres, entre otros, aunque algunos problemas de lesiones frustraron su progresión. Aún así fue un buen ejemplo para un hermano con el que compartía la posición de defensa central.

«Somos bastante distintos. Él como jugador es imponente físicamente, contundente por arriba y tiene buena salida de balón. Y además es muy responsable, humilde, con los pies en la tierra y trabajador. Cuando se le mete algo en la cabeza no para hasta conseguirlo. Ahora tiene que seguir trabajando por si llega la oportunidad de debutar en Segunda», explica un hombre que ha pasado a actuar en posiciones más ofensivas del campo, completando las diferencias con un Andrés al que el Lugo cedió al Viveiro CF en su primer año infantil y al Racing Vilalbés en cadetes.

Trabajó con un preparador físico para dar el nivel en la pretemporada con el filial

Una prueba más de que nadie le ha regalado nada a un joven que se decidió a exprimir todas sus posibilidades cuando le comunicaron que haría esta pretemporada con el filial. «Nos conocíamos porque lo entrené en las selecciones de A Mariña y cuatro semanas antes de comenzar con el Polvorín se puso a trabajar conmigo, sobre todo para tocar balón, prevenir lesiones y estar al nivel cuando empezasen. Supo que era su oportunidad y va a darlo todo», explica el preparador físico focense Fran Vázquez. «Es un gran chaval, muy trabajador. Metódico, con ganas de aprender, dan cien por cien en cada entrenamiento, e incluso se preocupa de buscar más información cuando estamos trabajando algo en concreto», añade.

Una radiografía muy coincidente con la que elabora uno de sus primeros entrenadores en el Lourenzá, Michael Sante. «Era un jugador con buenas cualidades físicas y también técnicas, con buen golpeo, sacrificado, con muy buen rollo en el vestuario y además le encanta el fútbol. Ya entonces veía un montón de partidos», subraya quien lo dirigió en fútbol-8 alevín y fútbol sala infantil, un deporte que entonces compatibilizaba con su estancia en el CD Lugo.

Fijo en las alineaciones del Polvorín en las doce primeras jornadas de Tercera RFEF, Castrín ya es casi uno más en los entrenamientos del primer equipo. Tras disputar 180 minutos en la Copa del Rey, quizá pronto, si Albés mantiene su confianza en él, disfrute de la Segunda División tanto como lo hace compartiendo unos toques con su hermano en la vivienda familiar en Riotorto.