Vuelven los centros al fútbol

La Voz

CDLUGO

ALBERTO LÓPEZ

La opinión de Miguel García

16 sep 2019 . Actualizado a las 11:23 h.

Ya conocemos el límite salarial y lo que significa, es decir, lo que puede gastar el club en el salario de los jugadores, cuerpo técnico, filial y cantera… No solo sabemos el del Lugo, también los del resto de equipos. Se nos presenta como una clasificación al uso, donde aparecen de más a menos y con síntomas evidentes de que pudiera coincidir lo económico con lo deportivo. De ser cierto, nos sitúan en el puesto decimosexto, libraríamos otro año más del infierno de segunda B, pero estaríamos condenados al siguiente año a traspasar algún futbolista para no caer en las últimas posiciones salariales y condenarnos sin pisar el césped. El dinero es importante, yo diría que muy importante, pero afortunadamente no definitivo para la clasificación deportiva. Puestos en el escenario de esta campaña, es básico acertar en la inversión, o dicho de otro modo, no equivocarse mucho. Porque si nos equivocamos más de los que están por debajo, pueden adelantarnos, pero también si acertamos más de los que nos superan, los que adelantaríamos seríamos nosotros. Un lío económico-deportivo. Así que, cumplido este trámite, concentrémonos en el balón. El equipo técnico, responsable máximo de lo que se hace en el campo, tiene la misión de explorar y explotar al máximo las virtudes de los futbolistas para que todo ese caudal reporte en beneficio del equipo. Tan importante como eso, es esconder y que pasen desapercibidas, las competencias menos virtuosas de dichos jugadores. En definitiva, hacerlos mejores. Es lo más sobresaliente que se puede decir de un entrenador.

Hay un límite salarial económico, tangible y existe otro límite salarial emocional, intangible. Este último sería capaz de subir escalones en esa clasificación. Con el mismo dinero, hacer que el rendimiento sea superior. Para eso, hacer un vestuario inasequible al desaliento, armonizado, comprometido y con un alto sentido de equipo. Capaz de donar los minutos necesarios a otros compañeros de forma solidaria, sin quebrar la relación con el entrenador ni borrarse del trabajo diario. Eso solo lo consiguen los equipos y jugadores con un alto grado de implicación.

Ayer vimos a un equipo, el Fuenlabrada, cuyo límite salarial emocional es tan alto en este momento que puede competir con equipos que lo superan ampliamente. Pasó un equipo con señas de identidad de Segunda B, presionante, combativo y dominador del fútbol directo, pero también con defectos de equipo menor. Sufrió en el inicio con los cambios de orientación que el Lugo inteligentemente utilizó de manera continuada viendo ahí un filón. A la postre, definitivo para el resultado final. Se intercambiaron papeles a partir de los dos mazazos rojiblancos, el Fuenlabrada tuvo el balón, nada bueno para su modelo de juego y el Lugo se encontró cómodo sin él.

Vuelven los centros al fútbol, me congratulo de ello. Así encarriló su victoria. Dos zarpazos con gran profundidad por ambos carriles, rasos y fuertes. La especulación del recorte, que pase a mejor vida cuando hay suficientes futbolistas para rematar. Que no quede en anécdota.

Primer triunfo de la temporada, oportuno y necesario. Las victorias calman y dan seguridad, proporcionan certidumbre, se trabaja mejor. Que las victorias no cieguen. Llegarán más fruto del trabajo organizativo del equipo, con y sin balón, con las consignas claras del modelo de juego elegido. Por favor, el salario emocional, ahora que hay 24 futbolistas en la plantilla, que no falte.