Fran Sandaza se convierte en el antídoto contra la monotonía

M. Pichel LUGO / LA VOZ

CDLUGO

El delantero toledano, arma del Lugo para resolver las situaciones límite

27 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Durante nueve jornadas consecutivas, Fran Sandaza tuvo que ver los partidos del Lugo desde la grada o el banquillo. En los dos últimos regresó a las listas, y Setién le dio paso en los minutos finales. Su entrada se convierte en el principal remedio contra la monotonía que por momentos ata al equipo rojiblanco.

Hasta estas dos pasadas jornadas, la última oportunidad que había tenido el delantero correspondió al tramo final del partido contra el Las Palmas, que el Lugo empató en el estadio de Gran Canaria, sin goles. Entró en el minuto 78, por Iván Pérez, con la misión de cazar un gol que permitiera sumar de tres ante un rival mítico que buscaba (y busca) el retorno a Primera. No pudo marcar en aquel encuentro Sandaza,

El hombre de los milagros

Tras el duelo contra los amarillos, Sandaza publicó en Twitter: «Con 10 minutos en el campo no puedo hacer milagros, los que vean el punto como bueno para mí no lo es, seguimos en la pelea». No consumó el milagro entonces, pero sí se ha acostumbrado a buscarlos, aunque ha tardado en volver a contar. Todo ese tiempo fuera no le impidió seguir siendo el segundo máximo realizador, con cinco goles (los mismos que Pablo Sánchez)

Porque una lesión de tobillo esa misma semana, entrenando en el campo de hierba sintética de A Cheda le apartó del equipo. Le costó regresar, hacerse un hueco de nuevo en los planes del entrenador. Tanto, que incluso se vio envuelto en una polémica al asegurar que no sabía el motivo por el cual, una vez recuperado de sus problemas físicos, no volvía a contar.

Su peculiar estilo, condicionado por su altura, que convierte en desgarbados sus gestos; su capacidad para esconder el balón, siempre mejor con el pie que de cabeza, su entrega, la brega, la lucha y su capacidad para crear ocasiones cuando los partidos se atascan, le habían hecho ganarse un hueco en el corazón de los aficionados.

Por eso, a nadie sorprendió que su salida a calentar, y su posterior entrada al campo en el partido contra el Alavés, fuese saludada por el público del Ángel Carro con una sonora ovación.

Salió a por todas contra los vitorianos, con 18 minutos por delante, y rozó el gol del empate. No pudo obrar entonces el milagro Sandaza, aunque estuvo muy cerca, sobre todo, con un remate de cabeza que se le marchó por muy poco.

Una semana después, Setién volvió a recurrir a él, a su talento como cazagoles, para tratar de rescatar un punto mientras se perdía con el Hércules. Ante los alicantinos tomó el relevo de Iván Pérez. Su salida, coincidencia o no, trajo consigo los mejores momentos en ataque de los rojiblancos. Una entrada suya en el área acabó en penalti y el 1-1 de Manu. Se hizo el milagro. Ya solo le queda volver a marcar.