La Ruta do Mel de Vimianzo se hace más grande día a día

Xosé Ameixeiras
x. ameixeiras CARBALLO / LA VOZ

VIMIANZO

X. AMEIXEIRAS

Concluyó el programa de andainas Recunchos este pasado domingo, con un recorrido por alvarizas del Monte Faro

14 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Vimianzo sabe cada vez más a miel. Al margen del enorme patrimonio formado por decenas y decenas de alvarizas que responden a un modelo propio y casi exclusivo, en la localidad incluso sacan partido a la cultura apícola a base de platos con la miel como ingrediente enriquecedor. El domingo, el Concello vimiancés organizó la Ruta do Mel por las abellarizas del Monte Faro, una pequeña variación de la que recientemente inauguró la Peña Barcelonista, que, a su vez, había completado una promovida por la EFA Fonteboa de Coristanco. Al acabar hubo una degustación. Para chuparse los dedos: setas con espuma alioli, filloas, un elaborado de masa con frutos secos y costilla asada, todo ello con la miel como ingrediente. Las elaboraron los restaurantes Montevideo y Casa Sabina. Fue el broche final, junto con un pequeño bote con el que fueron obsequiados los casi 40 participantes en la Ruta do Mel.

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Una de las principales variantes del Concello es que desde el campo de Areosa hasta la primera alvariza, la de Castañolas de Bribes, no se pisa el asfalto. Todo el trayecto discurre por caminos de monte, más atractivos que la carretera. Manuel Oanes y Carmen Toba fueron los guías, mientras que la alcaldesa, Mónica Rodríguez, y la edila María José Pose formaron la representación municipal. Cada vez que intervino la regidora fue para agradecer la labor de Oanes, Toba, Víctor Santos, los trabajadores municipales y todos cuantos han tenido que ver con el rescate de los apiarios, olvidados durante decenios y cubiertos por la maleza hasta hace meses.

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Todo este conjunto etnográfico echa sus raíces en la historia sin que se conozca cuándo se construyeron, pero algunas de las abellarizas bien podrían tener más de 300 años. Lástima que se hayan perdido algunas y también varios de los elementos de las que se conservan actualmente, como una piedra con dos escudos labrados y que Jesús Castiñeira recuerda como fue sustraída haciendo uso de uno de los primeros tractores con grúa que llegaron a la zona. Muchos de los caminantes se iban asombrando del atractivo de lo que fue paraíso de las abejas, un verdadero surtidor de miel y cera para la antigua provincia de Santiago.