Los pescaderos y los churreros defienden seguir en su sitio de siempre en la feria de Vimianzo

La Voz CEE / LA VOZ

VIMIANZO

Ana Garcia

La ordenanza da amplias poderes al Concello para regular puestos

21 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Antonio José Sánchez y Sandra Campaña, del puesto del pescado, y Lorena Moreira e Iván Custodia, del de los churros, no están dispuestos a dejar, así por así, su ubicación en el mercadillo de los jueves de Vimianzo, que, según dicen, en el primer caso, lleva establecida desde hace más de 30 años y en el segundo desde al menos 15. De ahí que, de una u otra manera, rechacen la reubicación decidida por el Concello, que desde el pasado 9 de agosto decidió cambiarlos del corazón de la feria, al cruce de la calle Antón Vázquez Mouzo, a unos 10 metros de distancia por la afectación de los olores a los puestos de productos textiles.

«É unha cuestión de sentido común. Se vas comprar unha peza de roupa non vas estar facendo o churros contra ela. Non ten sentido ter o peixe no medio do téxtil», señala el alcalde, Manuel Antelo, a quien le parece «moi egoísta» la posición de entender las necesidades del resto de comerciantes. Sin embargo, los implicados no lo ven para nada así, porque entienden que su actividad realmente no le molesta a nadie, no tiene quejan alguna del resto de puestos del mercado y, en cambio, la reubicación sí le supone muchos problemas.

Los churreros aceptaron a regañadientes cocinar en el nuevo lugar ofertado y seguir vendiendo en el de siempre, pero no están conformes con la solución. «Estamos nun sitio moito máis marxinado do mercado e temos que andar polo medio da xente coa bandexa de un lado para outro, cando -sábeo calquera- non podemos traballar sen a tixola de lado. Hai quen os quere máis torrados, menos... e quen está esperando para que llos saques quentiños. Moita xente pensa se son de hoxe o se virán conxelados, porque che vén alí sen máquina, sen fume e sen nada», detalla Lorena Moreira, quien recalca que van a muchos mercadillos y en ninguno le ha pasado algo así.

Los pescaderos, en cambio, ayer se revelaron y volvieron a su sitio de siempre. Aseguran que tienen el apoyo de los clientes y de los otros compañeros de la feria. «Se limpases o peixe aquí ou houbese sangue ou iso vale. Pero peixe fresco de todos os días, collido aquí en Camariñas na ría, ¿Qué ulido vai ter ese peixe?», se pregunta Antonio José Sánchez, quien asegura que a él lo van tener que multar para que se mueva, porque su negocio depende del sitio. «Estivemos catro xoves tendo que tirar co peixe. Cando gasta 1.000 euros en el e non o vendes non é unha broma, pero no sitio que nos deron, nunha rúa agochada pola que non pasa case que ninguén, venche algunha xente que che coñece de toda a vida, pero a xente de paso se non che ve non che compra», explica el pescadero, que por las buenas no piensa moverse.

La ordenanza da amplias poderes al Concello para regular puestos

Como explicaba ayer el propio Antelo, la ordenanza municipal de Vimianzo que regula la celebración del mercadillo semanal y todo lo que tiene que ver es muy «discrecional», hasta el punto de que faculta a la alcaldía para suprimir puestos si lo entiende necesario. Ahora bien, el propio regidor insiste en que no se trata de una confrontación de legalidades, ni de recurrir a abogados, sino de atender a razones lógicas. De hecho, recalca que el gobierno local ni siquiera se está metiendo en otras cuestiones, como son las condiciones necesarias para la venta de productos frescos o cocinados en estos puestos ambulantes.

Sin embargo los afectados insisten en que van a intentar que se les respeten sus antiguas ubicaciones. Entienden que la supervivencia propia de su modelo de negocio en Vimianzo depende directamente del lugar en el que se ubican.