La escuela de Castromil recoge vocablos propios de la zona y los guarda para los alumnos

La Voz CARBALLO/ LA VOZ

VIMIANZO

CON ÁLBUM DE FOTOS | Trece familias llevan a cabo un plan de recuperación de léxico

08 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Sergio Paredes llegó a Castromil (Vimianzo) desde A Baña y se dio cuenta de que su vocabulario no era igual al de los padres de sus alumnos. «Aquí din cabazo e para mín sempre foi un hórreo», explica para poner un ejemplo. Enseguida se dio cuenta de que este rincón de la Costa da Morte tenía palabras y expresiones diferentes y se dijo que sería una lástima que se perdieran.

Implicó a las trece familias que llevan a sus hijos a la escuela unitaria, en la que hay 15 niños de entre 3 y 7 años de edad, y respondieron. Poco a poco fue anotando términos hasta el punto de que no sabe cuántos puede tener. Pronto podrá contarlos porque los introducirá en una aplicación para Android e IOS y dará forma a un diccionario que reflejará «esta zona de Vimianzo».

La idea es que sigan vivos términos como pingo, que hace referencia a la grasa de cerdo, o babuza, para referirse al orballo. En el blog en el que cuenta el trabajo realizado con las familias y los niños hay vocablos antiguos, pero nuevas tecnologías, ya que un código QR lleva desde la palabra al vídeo de la exposición en la que se muestra el objeto o el juego al que se refiere.

Presentación

Ayer se presentó el trabajo, con la presencia de escolares y docentes de Carnés y Carantoña. El abuelo de uno de los estudiantes mostró cómo se afilaba una guadaña con una piedra y también como se utilizaba para cortar la hierba. También tuvieron la oportunidad de conocer cómo eran los yugos de las vacas y una serie de actividades que ya no tienen ocasión de presenciar a pesar de vivir en una zona rural, donde la ganadería es uno de los principales medios de vida.

Los familiares de los niños se involucraron tanto que trajeron muchos objetos que ya habían dejado abandonados como aperos de labranza o incluso juegos populares. Uno de los incluso llevó hasta la escuela una escopeta de berzas, capaz de lanzar las verduras a una gran distancia, para regocijo de los niños, que también escucharon canciones tradicionales a cargo de Irma Maceiras y se divirtieron en la visita a la granja de un vecino, donde incluso dieron de comer a los terneros.