El trabajo de concienciación sobre la polilla de la patata está todo por hacer

Juan Ventura Lado Alvela
J. v. lado CEE / LA VOZ

VIMIANZO

BASILIO BELLO

Los productores de ocho parroquias vimiancesas deben comunicar donde plantan. Fue uno de los temas tratados en la sesión de ayer

01 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Bastaba pararse cinco minutos a escuchar comentarios a la salida de la multitudinaria charla de ayer por la tarde en la Casa da Cultura de Vimianzo, para darse cuenta de que el trabajo de concienciación sobre el grave problema de la polilla de la patata está todo por hacer. «As patacas como están ben gardadas é cocidas na pota». «O alacrán ese vermello houbo toda a vida». «Se o bicho anda polo aire e voa non estará aquí en Vimianzo, estará en todos os lados». «Ti se as plantastes, calas e xa está». «O hórreo non ten buracos, ten pasaventos». De ese estilo eran las sesudas reflexiones de los asistentes que se lo tomaron como un acto social más y que estaban más centradas en buscarle las cosquillas a las exposiciones del experto, que en intentar quedarse con lo fundamental de lo que dijeron, con lo que queda confiar en que la actitud de los vecinos a la hora de la verdad vaya a ser bastante más sensata que los comentarios de índole tabernaria en busca del chascarrillo.

Algo en el estilo de quien sí se empapó de lo importante, como una mujer de mediana edad que le explicaba a otra vecina: «Ti o que tés que facer é comprar pataca certificada, dicir onde plantaches e xa está». Porque eso fue lo que se afanaron en explicar el Jefe do Servizo de Extensión Agraria na Coruña, José Manuel Santos, y el técnico de la oficina de Baio, Juan Carlos Lauroba, acompañados por el alcalde, Manuel Antelo. Los tres incidieron en la gravedad del problema y en la necesidad del compromiso de todos para atajarlo porque, por muchos medios que ponga la Administración, son los productores -en este caso particulares en su inmensa mayoría- los que de verdad pueden acabar con la plaga, si se toman las cosas en serio y siguen las indicaciones al pie de la letra.

En este caso las normas dadas iban dirigidas particularmente a lo que se conoce como zonas tampón -cinco kilómetros en torno al municipio de Muxía, que es la zona infectada- y que comprende en distinta medida las parroquias vimiancesas de Carnés, Cereixo, Carantoña, Vimianzo, Cambeda, Berdoias, Castrelo y Baíñas. En este último caso solo una pequeña parte, por Padreiro.

En todos estos lugares los vecinos pueden seguir sembrando patata, de la certificada, y por el momento no tienen que arrancar nada de lo plantado. Únicamente deberán comunicar a la oficina de Baio, o en los sitios que se indiquen por las parroquias, en que fincas plantaron. Incluso, aunque no está recomendado, pueden llevar sus patatas a otros lugares. Eso sí, siempre en transportes cerrados o cubiertas con una malla lo suficientemente tupida para que no entre la polilla.

«Se todos somos responsables e facemos o indicado podemos darlle un xeito»

Santos Maneiro y Juan Carlos Lauroba se afanaron en advertir al abarrotado auditorio vimiancés de que el problema es verdaderamente grave y que está en manos de los vecinos ponerle solución, porque como dijo Santos el «sibaritismo» alimenticio de la polilla guatemalteca -solo come el tubérculo de la patata- es también su perdición y la mejor forma de atacarla. «Se todos somos responsables e facemos o indicado podemos darlle un xeito», señaló el exalcalde de Mazaricos.

El técnico de la oficina de Baio, puso el acento en que «a mellor maneira de loitar contra ela é saber como é». De ahí que se parase en las explicaciones sobre las características del insecto y en las prácticas para evitar su propagación, además de recalcar que, ante la mínima sospecha, cualquiera puede coger una patata, meterla en una bolsa cerrada y llevarla a la oficina. Incluso, si se ve que la afectación es muy grande, resulta más adecuado llamar, para que los propios especialistas se trasladen al almacén en cuestión.

Lo que descartaron ambos es el uso de fitosanitarios en el terreno, porque la experiencia canaria demostró que son prácticamente inútiles. Sí resulta apropiado limpiar a conciencia con lejía y desinfectar los almacenes, además de sembrar a un mínimo de 15 centímetros de profundidad.