Artistas de la zona no llegan a ver en vida el reconocimiento a su trabajo

Marta López CARBALLO / LA VOZ

VIMIANZO

BASILIO BELLO

El entierro de las cenizas de Man invita a reflexionar sobre el papel de los creadores

29 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A Vincent Van Gogh, el pintor incomprendido, el torturado, depresivo y loco de Zundert, le llegó el reconocimiento artístico tarde. Ni siquiera llegó a verlo. De hecho, se dice que no logró vender más que un par de cuadros en toda su vida. Hoy, sin embargo, su legado goza de proyección internacional y algunas de sus pinturas forman ya parte de la historia del arte moderno.

Algo similar, aunque no a tal escala, ha venido sucediendo con algunos creadores de la comarca que, pese a no hacer demasiado ruido en vida, una vez fallecidos fueron homenajeados y reconocidos por su labor. Se decía en el acto previo al entierro de las cenizas de Man, el pasado sábado, que «o artista contemporáneo ten que morrer para ser aceptado de verdade», y el anacoreta no es ninguna excepción.

En vida no gozó de la simpatía de muchos de sus vecinos. Su carácter indomable y su indumentaria más bien escasa no ayudaban a consolidar relaciones sociales. En la actualidad, se le venera su obra en un museo, se le restaura su pequeña vivienda y se le reconoce por lo que fue: un precursor, un adelantado a su tiempo. Uno bien podría, si quisiera, encontrar similitudes con Van Gogh. Ambos difíciles de entender, cierto, pero con grandes pensamientos en sus cabezas.

No es Man, ni de lejos, el único artista al que las alabanzas le llegaron a título póstumo, pues los hermanos Mouzo, de Vimianzo, bien podrían encuadrarse en esta categoría. Una sala de exposiciones de la Casa da Cultura lleva el nombre de Antón, mientras que no hace mucho se organizó una exposición recogiendo material diverso de Roberto, reconocido por su labor divulgativa. También al intelectual Baldomero Cores el reconocimiento le llegó tarde, aunque a tiempo. A mediados del año pasado, y tras ser aprobado por unanimidad en el pleno, el auditorio de la Casa da Cultura ceense pasó a llevar su nombre, y en su honor se organizaron unas jornadas divulgativas en las que, además de descubrir la placa conmemorativa, hubo un ciclo de conferencias con Juan Félix Neira, Miro Villar o Francisco Caamaño, entre otros.

Asunción Antelo, una adelantada a su tiempo

Decía siempre la Rosalía de Bergantiños que había nacido antes de tiempo. Su mentalidad, su forma de componer y su gran creatividad lo corroboraban. Se fue en diciembre del 2016 y sin ver cumplido su sueño de alojar en un museo sus centenares de piezas. Todavía una asignatura pendiente por parte de las instituciones, aunque se van dado pequeños pasos según transcurren los meses. Por lo pronto, en una fecha tan especial como fue el día en el que habría cumplido 98 años, el 8 de agosto, se presentó un completo catálogo en el que se indexan más de doscientas obras de la Rexoubeira. «Un catálogo contra o esquecemento». También la Fundación Eduardo Pondal le concedió a título póstumo uno de sus galardones Bicos de Mel, en el que se premió a diferentes mujeres que marcaron la diferencia.

Paco Souto, aún presente a través del homenaje

En apenas un par de meses se cumplirá un año del fallecimiento del percebeiro Paco Souto. Decenas de personalidades del mundo cultural, social y político de la Costa da Morte -y también de fuera de las fronteras de la comarca- se unieron en llanto por una pérdida tan prematura, pero también para exaltar su memoria en multitud de actos y celebraciones. La última fue iniciativa de la Deputación da Coruña y con el Teatro Colón como escenario; pero también en su Malpica natal dedicaron toda una semana del mes de noviembre a la figura del poeta, teniendo como broche de oro la representación de Os Quinquilláns, que adaptaron la obra de Souto Amar non ten laranxas. En el tintero están el cambio de nombre del centro cívico y la organización de algún acto coincidiendo con el aniversario de su fallecimiento.