Nutrias contra cangrejos en Fervenza

J. v. L. CEE / LA VOZ

VIMIANZO

ALVELA

Los crustáceos invasores del embalse se han topado con un depredador natural

15 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los cangrejos americanos (Procambarus clarkii) han hecho correr ríos de tinta desde que están presentes en la zona. Llegados a España, donde entraron por el sur, hace cerca de medio siglo, están presentes en el embalse de Fervenza, limítrofe entre Mazaricos, Dumbría, Vimianzo y Zas, desde hace algo más de tres lustros. Son originarios de Norteamérica y aquí tienen carácter de especie invasora, por lo que mucho se ha hablado -y en parte constatado- sobre su capacidad para alterar los ecosistemas locales. Su expansión parecía imparable, pero, al menos por lo visto estos días en el pantano, que se encuentra muy bajo, apenas al 43 % de su capacidad, puede que se hayan topado con un depredador dispuesto a controlarlos.

Los cangrejos -para el que no los haya visto nunca, se parecen más a un santiaguiño con tenazas o un bogavante en miniatura que a una nécora- campaban a sus anchas horadando el terreno y alimentándose a placer, con lo que sus poblaciones crecieron de manera significativa en distintas épocas. Apenas tienen valor culinario y nadie se ha tomado la molestia, de una manera más o menos seria, de erradicarlos, o al menos reducir su presencia.

Sin embargo, un simple paseo por el lecho en la ribera de Vimianzo, que se vuelve más fangoso a medida que te aproximas al agua, con lo que hay que tener cuidado para no enterrarse hasta las rodillas, permite darse cuenta de que algo raro pasa. De primeras ya llaman la atención los centenares de toberas que se observan en las paredes terrosas del cauce. Y al acercarse los 50 centímetros, aproximadamente, más cercanos al agua dan muestras evidentes de que alguien se está pegando por allí un buen banquete. Las cáscaras de cangrejo se cuentan por centenares, y no precisamente con el color blanquecino que adquieren al morirse y degradarse, sino despedazadas y vacías.

Con un poco de espera y fijándose en el agua, enseguida aparece una nutria de buen tamaño y reluciente con el pelo mojado. Trepa hasta la orilla y, con un movimiento continuo de las patas delanteras y la boca, que impresiona por su velocidad, enseguida da buena cuenta de otro ejemplar. Al detectar presencia extraña, abandona el almuerzo y el agua del embalse y huye entre la maleza, probablemente a refugiarse, pero dejando bien claro que a los cangrejos en Fervenza se les acabó la tranquilidad.

«Teño visto unha parella pola zona da presa»

El veterinario y naturalista corcubionés, Chisco Lema, no tiene duda de que las pegadas que se observan junto a las cáscaras «son dunha lontra», que en este entorno solo se podría confundir con un visón, pero no es el caso. «Eu teño visto unha parella, pero pola zona da presa», señala Lema, quien explica que estos animales normalmente hacen una vida independiente aunque se emparejan hacia la primavera para procrear. Dado que se mueven con igual facilidad en el agua que fuera de ella, suelen aprovechar los túneles que excavan para llegar a sus madrigueras, aunque en ocasiones también utilizan estructuras que ya se encuentran prefabricadas. De hecho, recuerda una en una alcantarilla junto al Manuela Rial de Cee.