«Gústame máis palillar que ver a televisión ou estar no ordenador»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

VIMIANZO

Ana Garcia

Una niña de Vimianzo de solo 12 años hace encaje de bolillos, cestería, moldea barro y sabe trabajar el lino

19 sep 2017 . Actualizado a las 16:44 h.

Hace encaje de bolillos y cestería, moldea barro y fía lino. Aparte, también practica atletismo, estudia inglés, nada regularmente y participa en clases de baile tradicional. Las tardes de Natalia Torres no podrían estar más ocupadas. «Non se aburre nadiña, cada día da semana vai a unha actividade distinta», asegura su madre, Chelo Trillo.

Su pasión por la artesanía y los trabajos tradicionales se manifestó desde que era apenas una niña, pues con cuatro años comenzó a desfilar para Liño de Galicia; con cinco, a palillar y, poco después, a fiar lino. «Cando fixo a primeira comuñón elaborou boa parte da conchiña [bordado] que levaba o seu traxe, feito integramente en liño. Había que vela, con só oito aniños e xa sabía facer deseños ben bonitos», señala Carmen Riveiro, presidenta de la Asociación Amigos do Liño.

Desde entonces, rara es la semana que no visite el Castelo para mimetizarse con los artesanos y aprender de sus artes. «Con Lista aprendín a olería», indica la propia Natalia. Experiencia curiosa la de moldear el barro, que recuerda con cariño. «Eu pensaba que sería unha textura máis dura, pero resultou ser moi brandiño para traballar», reconoce. De Carmen Riveiro aprendió a fiar: «Encántame estar no tear, alí paso moito tempo». Tanto, que Riveiro incluso le permite tejer a ella sola una vez iniciada la labor: «Ensineille un par de veces e xa ela soubo adaptarse e seguir soa».

La tranquilidad y la relajación que proporciona el trabajo manual, señala Natalia, es lo que la mueve a pasar entre tres y cuatro horas semanales en el Castelo. «Encántanme todos os traballos manuais, sobre todo palillar. Gústame moito máis que ver a televisión ou estar no ordenador».

Verdadera pasión y dedicación muestra esta jovencísima vimiancesa. Incluso sus padres tienen claro que, de portarse mal o hacer travesuras, su castigo no es dejarla sin teléfono o desconectar la consola, «é deixala sen palillo. Iso é o que máis lle fai reflexionar», apunta su madre. Aun así, con Natalia no es necesario llegar a tales extremos. «Vela sentadiña fiando ou moldeando no barro e parece unha muller adulta, a dedicación que pon é admirable», confiesa Carmen Riveiro.

Pese a todo, su época de mayor actividad es el verano, «cando non teño cole», y dedica incluso varias horas al día a sus manualidades. Una vez llegado septiembre, tiene claro que es temporada de hincar codos, aunque «hai tempo para todo».

Pese a que es muy joven como para considerar aún el rumbo de su futuro, la docencia y la hostelería son campos que no descartan: «Encántame cociñar, é unha das miñas paixóns, sobre todo a repostería». Su especialidad, «o pastel de iogur, o biscoito de toda a vida», es todo un manjar. Ella, particularmente, prefiere lo salado y deja que su familia y amigos se encarguen de sus dulces. «Despedimos a tempada alta do Castelo e tróuxonos un pastel que se comía cos ollos», indica Riveiro.

Curioso y alentador es ver cómo, mientras otros ejercitan sus pulgares con consolas y smartphones, quedan aún jóvenes como Natalia, que deslizan con maestría y pasión los bolillos entre sus dedos, que no les importa vestir sus manos de barro en el torno y que observan el mundo desde una perspectiva diferente.