De vivienda «poseída» a loado alojamiento rural: «La Casa do Demo da mucha paz»
PONTECESO
El inmueble está situado en la parroquia de Anllóns, Ponteceso: son historias del pasado, pero muy presentes
28 oct 2023 . Actualizado a las 23:03 h.«De vez en cuando te encuentras en el lugar perfecto: la casa de Javier es un lugar así», escribe en Airbnb, desde los Países Bajos, Frank. Ricardo, desde Madrid, añade que él ha encontrado aquí «un espacio lleno de alma e historia». María Teresa, también desde la capital, acuña «una zona muy tranquila», en la que «solo se oyen los pájaros». Sabine, alemana, confiesa: «Pudimos relajarnos absolutamente». Todos ellos se refieren a la Casa do Demo, hace ya cosa de 15 años reconvertida en vivienda turística, y además con éxito, porque en la plataforma mencionada suma un 4,95 sobre 5. Está ubicada en Anllóns, Ponteceso, y su nombre es bien claro, porque el biólogo coruñés Javier Nogueira, que fue quien la rehabilitó, nunca ha querido ocultar su historia. En la Casa do Demo se produjo el primer caso de fenómenos poltergeist documentado en España, a caballo entre 1899 y 1900.
Incluso con fe de notario, las fuerzas vivas de aquel entonces dejaron constancia de lo que sucedía entre las cuatro paredes de este inmueble, «uno de los primeros casos de posesión diabólica de una vivienda en la historia de España», narraron algunas crónicas. El párroco, el boticario, la Iglesia, los medios de comunicación... libros posteriormente... Las «travesuras» atribuidas al diablo —de ahí el nombre de la morada— iban desde remover las brasas de la lumbre, mover muebles, vaciar huevos, convertir patatas en proyectiles que se apilaban en pirámides, hacer caer piedras... Quienes trataron de verificar las cuitas de la anciana Juliana Rodríguez, a la que se le había muerto el marido hacía poco, y de su nieta María Cundíns, moradoras de la casa, comprobaron que «aquello» ni siquiera se escondía o esperaba a la noche. Constataron esputos en la ropa de Juliana, bofetadas hasta al sacerdote con sonido y marca incluidos, tirones de pelo... Todo remató cuando Juliana falleció y la nieta puso de tierra de por medio emigrando a América, que casualmente es por donde anda actualmente el biólogo Javier, según cuenta su madre, Belén Chaver. «Hoy en día no hay distancias, él se encarga de todo desde allí», explica al otro lado del teléfono cuando se contacta con el número que aparece en Internet. A menos distancia, ella está al tanto de la casa mientras Javier está fuera.
Dice que ha sido un verano bueno, y que el alquiler de la vivienda se concentra en julio y agosto, meses fuertes del turismo en la Costa da Morte. «Hoy en día hay gran cantidad de establecimientos, pero esta casa funciona porque la tenemos muy buen cuidada, impecable, un lugar muy agradable. La Casa do Demo da mucha paz, tiene mucha paz», precisa. Todos los comentarios de alojados insisten precisamente en ello, y en el gusto con el que se ha rehabilitado, en todas sus comodidades y por supuesto magnífica ubicación: «De la casa hay todo tipo de información», indica Belén. Hay viajeros a los que le llama la atención el pasado y otros, admite, que prefieren «no saber»: «No nos buscan por la historia, la verdad, vienen porque la casa tiene una imagen preciosa». Hay clientes que repiten de un año para otro, muchas parejas y muchos clientes procedentes del extranjero: «Franceses, alemanes... un poco de todo». En esta «casa rural histórica», con «encanto» y capacidad hasta para seis viajeros, la noche para las fecha de Difuntos, por ejemplo, sale a unos 125 euros para una pareja, con estancia de tres días.
Una piedra con forma de patata, todavía hoy en la cocina
En este más de un decenio desde que la casa tiene uso turístico, nadie ha reportado nada extraño, confirma Chaver. Aun así, el asunto por el que fue en su día conocida la Casa do Demo ha cruzado más de un siglo y llegado hasta la actualidad: «En el pueblo todo el mundo la conoce así, no hay otra posibilidad». Sucesivas publicaciones e incluso programas televisivos con el seguimiento de Cuarto Milenio quisieron adentrarse en este pasado. Llama la atención de pequeños y grandes, como confirma el técnico de Turismo pontecesán, Javier Couto, que recuerda cómo hace tan solo unos días, en unas jornadas para profesorado llevadas a cabo en Ponteceso en torno al patrimonio y cultura local, también se dieron algunas pinceladas sobre lo aquí acaecido. «Ao final é un elemento máis diferenciador deste municipio. Temos paisaxe, miradores, a torre do Faro ou tamén a Casa do Demo, como curiosidade singular, un elemento etnográfico», explica el técnico, que ve todo un posible nicho para el turismo que busca misterios y leyendas, o, en este caso «parece que historia real». En las excursiones infantiles y juveniles que pasan por Anllóns también suscita la imaginación de los más pequeños. Ayudaba mucho a ello, durante todos los años que la casa estuvo desocupada, esa imagen de decadencia que tenía —«dáballe certa esencia»—, nada que ver desde luego con la imagen actual, que efectivamente evoca mucha más luz que oscuridad.
Sus ruxe ruxe hay con respecto a operarios que trabajaron en la rehabilitación, y mucho respeto, porque lo invisible atemoriza, pero lo cierto es que Javier Nogueira contó en su día a La Voz que nada fuera de lo normal hallaron. O casi nada: «Una piedra que estaba metida dentro del muro frontal de la casa. Los muros de toda la vivienda son de piedra sedimentaria que se ha quitado del monte, pero debajo de ese muro, en la parte de la base, encontramos una piedra que no cuadraba con ninguna otra, que era redonda y se parecía a una patata. La he puesto encima de una mesa y ha quedado ahí como una reliquia curiosa», apuntaba allá por el 2007. Y lo cierto es que, todavía a día de hoy, esa piedra, confirma Belén, sigue estando «encima de la cocina». «Cuando nos preguntan por ella decimos que es una piedra que parece una patata, y esto contamos». No, no se mueve.