Alejandro José Mata Zerolo, micrófono y bandeja en mano

Melissa Rodríguez
melissa rodríguez CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

Ana García

«Donde haya una fiesta, allí estoy yo», dice este hijo de emigrantes gallegos, que dirige un bar en Ponteceso y canta en las verbenas

12 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Las decisiones de última hora y una pandemia mundial marcaron los momentos más trascendentales de la vida de Alejandro José Mata Zerolo, nacido en Caracas y con 43 años, pero hijo de emigrantes gallegos y asentado hoy en día en Ponteceso. Es el vocalista más veterano de la orquesta La Bamba, de Corme, donde ya lleva cinco años. A la verbena se entrega los fines de semana, mientras que de lunes a jueves atiende el bar RS, que tiene en funcionamiento en la localidad pondaliana con su pareja, a la que al poco de conocerla en Venezuela, le dijo de venirse a Galicia, y lo acompañó sin pensárselo dos veces. Ocurrió en el 2018, aunque él ya había vivido en la comunidad en un período anterior, del 2005 al 2010.

«Un día estaba actuando con la orquesta Sarao, allá, y el dueño de la orquesta Passarela, de Vigo, que estaba de vacaciones, me vio y me propuso ficharme. Eso fue un viernes y al martes siguiente ya estaba volando. Me asenté en Vilagarcía de Arousa», recuerda, a lo que añade: «Me gustan las aventuras». También integra el grupo La Cuarentena, del mismo estilo de música, y que como bien indica el propio nombre, surgió en plena pandemia del covid. «Cuando las normas eran muy restrictivas, mi casa era la discoteca. Como tenía equipamiento y terraza, todo el edificio se divertía. Una vez, cantando, dije: ‘‘¿Y este grupo qué es?’’ ¡La cuarentena!, respondieron, y ahí empezó el tema». Está despegando, aunque no le va nada mal. De hecho, son muchos los eventos a los que renuncian, por problemas de incompatibilidad con tanta fiesta, pero él y sus compañeros, entre los que se encuentra otro pontecesán, Damián Blanco, ya se plantean, en breve, lanzarlo a lo grande. «Donde haya una fiesta, allí estoy yo. Más que cantar es eso, lo bien que nos lo pasamos todos», expresa, aunque no lo hace nada mal.

Se confiesa un enamorado de Galicia: «Me encanta todo de aquí. La gente... Siempre me acogieron muy bien. De hecho, estuve unos meses en Barcelona y, con todos mis respetos, no me gustó nada», dice entre risas. Por la historia de su familia, se considera «medio gallego, medio venezolano». «En el 2018 estaba convencido de que quería venir para quedarme. Allí en Venezuela, aunque estés bien, a nivel mental es imposible. No existe la clase media. O eres rico, o pobre. Y aunque te propongas ahorrar, pasan los meses y nada. Y lo que ves en la calle», añade. Con el covid, la actividad de ocio se frenó por completo. Como tanto él como su pareja tenían experiencia en el mundo de la hostelería (los padres de este último, de Pontevedra, siguen con varios negocios al otro lado del charco), apostaron por un bar de copas en el que triunfa la música en directo y la comida americana, como un guiño a los orígenes de ambos. De hecho, este local sirve de punto de encuentro para numerosos emigrantes y retornados. A él acuden venezolanos, colombianos y suizos, mismo desde Carballo. «Elaboramos hamburguesas de hasta 500 gramos de raza angus y vaca gallega, y tacos y nachos. En líneas generales, queríamos hacer algo que no hubiese ya», explica.

ANA GARCIA

El verano es la época fuerte de las verbenas. Con La Bamba, pasa una larga temporada en Asturias: «Actuamos mucho por allí». Así, el trabajo detrás de la barra, en la que hace un poco «de todo», lo deja más a un lado. En realidad, cuando alguien pide música, él cambia directamente lo que está haciendo por el micrófono, confiesa entre risas. Empezó como pinchadiscos en su país natal a los 14 años los fines de semana, para sacarse su dinero mientras estudiaba. A los 18, se dedicó de manera profesional a las orquestas. También integró la Porfi Jiménez. Y ayudó a sus padres: «Desde pequeño me gustó este mundillo. Mi madre canta de lo lindo y toca la guitarra. Ya en sus restaurantes me tengo puesto a tocar el piano». El cantante Luis Miguel es su ídolo. No tiene un estilo preferente a la hora de interpretar, pues le gustan todos los géneros, manifiesta. Reconoce que en las verbenas se está olvidando a la gente mayor, a la que, como él dice, las orquestas gallegas siempre tuvieron en cuenta. Con el grupo La Cuarentena, señala, nunca llevan un guion establecido: «Vemos el público que hay, y ya todo el mundo sabe lo que tiene que hacer». Han actuado mucho, incluso, en los bailes de mayores.

La movida pontecesana

En Ponteceso, les costó arrancar, pese al buen trato recibido, incluso por parte del alcalde, traslada. Esta tierra la conocía muy bien ya de antes «de actuar y visitar»: «La vida nocturna era impresionante. Siempre me gustó lo que vi». Para él, la fiesta es «sinónimo de alegría».