Una andaina y un café: la pandilla de mujeres más conocida de A Bugalleira, Ponteceso

CLAUDIA TABOADA / X. a. CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

Ana García

TERRA E XENTE | El valor de la amistad | Después de más de diez años, estas amigas siguen reuniéndose todos los viernes. Así lo cuentan

20 jul 2022 . Actualizado a las 00:54 h.

Hace más de diez años, Carmen Andrade se dispuso a dar un paseo por su pueblo, A Bugalleira, en Ponteceso. Decidió caminar hasta el polígono de Tella y volver. Poco a poco, las mujeres de su entorno decidieron unirse. Y, a su vez, el trayecto fue aumentando hasta hoy, que atraviesa los pueblos vecinos de Metizo y Riotorto antes de regresar a Bugalleira.

El grupo de mujeres, conocido en el pueblo por sus grandes reuniones en el Bar Bugalleira, fue aumentando con el tiempo. «Unha traía a unha amiga súa, outra a outra... e así fomos xutándonos», afirma Carmen Andrade. Cada semana, una de ellas invita. Y en días especiales como los santos de cada una, toca celebrarlo por todo lo alto. Este pasado viernes, la víspera del Carmen, Carmen Eiroa hizo los honores. Además de invitar a un chocolate con churros, Eiroa decidió leer un poema que ella misma había escrito. Con dos libros en los escaparates, Eiroa es una poeta que empezó a escribir a los cincuenta años y sus relaciones con las otras mujeres de la pandilla inspiraron algunos de sus poemas. Como llegaron hasta hoy y las características de cada una de las integrantes son algunas de las materias que dan tema a diversas composiciones de su última obra. De hecho, ella misma agradece el apoyo de sus amigas: «Se non fose por toda a xente que me animou, eu probablemente non tería seguido escribindo».

Ana García

En un primer momento, las reuniones de la pandilla sorprendieron a los vecinos, como asegura Blanca Mariño: «Nunha aldea como esta que non hai vida nin nada, claro, sorprendíanse de ver tanta muller xunta». Hasta su pasión por jugar a las cartas levantaba críticas. «Os homes sempre tiñan algo que dicirnos. Que se que faciamos xogando ao cinquiño con cartos... parecía que nunca viran algo así», recuerda María Teresa Noria. Pero no todas las interacciones eran juicios, ya que Carmen Andrade destaca que hay momentos en los que la gente las aprecia: «Algunha persoa tennos dito que facemos ben, que máis xente ten que facer coma nós».

Aunque no sea algo común, el numeroso grupo de amigas siempre ha disfrutado de sus quedadas, y sin tener excusa. No salen juntas por perder a un marido o por estar jubiladas, simplemente disfrutan de la compañía que comparten entre ellas. «Ata parece que tarda en chegar o venres, sempre temos ganas de poder vernos e tomar o café. É un momento que gozamos moito», asegura Carmen Andrade. Carmen es la mayor del grupo, con 81 años, y recuerda que hay algunas compañeras que ya no salen a caminar por temas relacionados con su edad. En el momento más glorioso del grupo, llegaron a ser catorce mujeres. Las nuevas integrantes se incorporaron sin problema y, aunque no estuviesen desde el principio, son bienvenidas. De hecho, algunas de las que se acercan a tomar el café cada semana no van a caminar, pero siguen formando parte de la pandilla. «Algunha de nós tivo que deixar de ir andar, ao traballar e ter aos netos na casa complicábase», afirma María Teresa. Y es que las mujeres son tan acogedoras que mismo dos nietas se han incorporado al grupo.

Ana García

Al cuestionar qué será de la pandilla en el futuro, María Teresa señala a su nieta de 16 meses, Sara Rodríguez, que atiende a todas y cada una de las reuniones. Las amigas esperan poder mantener la tradición en vida con las generaciones más jóvenes de sus familias. Ya sea caminando todos los días o simplemente tomando café cada semana, disfrutar de la amistad no tiene límites, y menos marcados por la edad.