Una pelota de medio siglo y juguetes de bambú, nuevas joyas para el Melga

La Voz CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

En los dos casos han sido donaciones y motivo de alegría para el museo pontecesán y para su alma, Ricardo Pérez y Verdes

20 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de treinta años podría tranquilamente llevar Ricardo Pérez y Verdes soñando con hacerse con una pieza como la que ahora pasará a engrosar la exposición de una de las salas del Museo Etnolúdico de Galicia, el Melga de Ponteceso. Será una de sus «joyas» y no es otra cosa que una pelota de caucho, con una antigüedad de casi medio siglo y confeccionada artesanalmente en Sinaloa (México). Se hace mezclando látex (hule) con una raíz llamada machacuana y esta pesa 3 kilos. Conseguir una es casi misión imposible y con ella se juega a un juego de cadera llamado antiguamente por los aztecas Ttlachtli y por los mayas Pok-ta-tok. Hoy se conoce como el juego del Ulama. Puede tener una antigüedad de 1.500 años. Junto con la pelota, ha recibido el museo pontecesán un fajado (vestimenta) al completo. La donación es obra de la presidenta de la Asociación Nacional de Juego de Pelota Mesoamericana, Reyna Puc, y de su director nacional, Armando Osorio, que a través de un alumno de Pérez y Verdes, Ismael Alonso, y de su esposa, lograron que todo este material llegase hasta Ponteceso para pasar a completar ahora la sala II, dentro de los Pueblos Precolombinos de América.Posiblemente, dice Ricardo, sea el Melga el único museo del mundo que pueda exponer una pelota de este tipo.

CEDID

Suma esta alegría a otra muy reciente, pues el pasado domingo, por sorpresa, llegaron hasta la instalación Biel Pubil y su esposa, Lourdes Ambrós. Pubil es profesor, miembro del Consejo de Administración de la Asociación Europea de Juegos y Deportes Tradicionales y director del museo privado de juguetes de la Tierra del Ebro. Coautor del libro ¡Qué caña! ¡Juguetitos!, también hizo una donación a la Fundación Pérez y Verdes: casi medio centenar de juguetes, todos realizados por sus propias manos y de caña de bambú: coches, yo-yo-muñecas, trompos... Pronto estarán ya todos expuestos en una vitrina de la amplia colección pontecesá.

Biel ya había estado en el Melga en una ocasión, pero incluso así dedicaron cuatro horas a recorrerlo de nuevo, pues desde el 2019 han crecido los fondos. En su reseña, tanto él como Ambrós indicaron, contentos, que una visita a este museo justifica cualquier escapada en Galicia.