Salvador Amor: «La Costa da Morte es un paraíso»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

ANA GARCIA

A remojo | «Es un lugar precioso al que me gustaría dedicarle más tiempo», asegura el músico argentino, que este viernes dio un concierto en el hotel Mar de Laxe

26 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El hotel Mar de Laxe sirvió de escenario para un concierto del cantautor Salvador Amor (Madrid, 1980), que ya visitó la comarca en otras dos ocasiones. En una de ellas estuvo acompañado de su padre -poco antes de fallecer- Rafael Amor, símbolo de la canción protesta argentina.

Salvador aterrizó en Bergantiños para presentar su nuevo trabajo discográfico, 20 años, en el que condensa dos decenios de carrera musical, de vivencias y de experiencias en el sector.

«En verdad estaba deseando salir a tocar, comenzar a girar. Es evidente que, con las nuevas medidas, es más frío que antes, pero es la situación que nos toca y nos queda asimilarlo. Hay que ser obedientes y continuar con la vida», asevera el argentino.

-¿Cómo se condensan veinte años de carrera en un disco?

-Fue muy difícil, en verdad. Veinte años aúnan un montón de vivencias y sentimientos. Se me han quedado un montón de cosas en el tintero, pero lo hemos intentado.

-La figura de su padre, además recientemente fallecido, tendrá también su presencia.

-Por supuesto, hay un poco de todo y la esencia está en los que se van y en los que llegan. Él decía que no tenemos nostalgia del pasado, sino del futuro que tenemos pendiente de construir. Justamente esa nostalgia se ve reflejada en este nuevo disco.

-¿De qué manera le ha marcado el hecho de tener antecedentes musicales en la familia? ¿Le ha facilitado el camino o ha supuesto una sombra demasiado alargada?

-Siempre ha sido una alegría, y de hecho también mi abuelo se dedicó a la música en Argentina. Se llamaba Francisco Amor y fue bastante conocido en su momento. Con lo cual, la sombra la venía ya arrastrando mi padre de antes [ríe]. En su último año de vida, estuvimos con un espectáculo que se llamaba «Amor con Amor. El padre, el hijo y el espíritu canto» y, de hecho, lo trajimos a Ponteceso.

-Tres generaciones de músicos Amor, ¿habrá una cuarta?

-Nunca se sabe, eso está todavía por aflorar. Mis hijos son por ahora muy pequeños (tienen 7 y 9 años) y se les ven cualidades, pero ahora mismo tienen intención de todo. Vivimos en una era muy diferente a la que nos tocó a nosotros, que no teníamos tantos incentivos audiovisuales y estábamos más bien a las canicas y a la música que escuchábamos en la radio. Cuando mi padre agarraba la guitarra yo me sentaba a su lado a cantar, y a veces los míos tienen también ese reflejo, pero se aburren rápido. Tampoco yo les meto mucha caña porque son ellos los que tienen que decidir lo que quieren hacer en un futuro.

-¿Tuvo la oportunidad de conocer la comarca cuando vino a tocar a Ponteceso?

-No la conocía antes, y la verdad es que esta zona es un paraíso. Estuve dos veces en Ponteceso: una con mi padre y, luego, en solitario. La gente de Ponteceso Cultura Permanente nos llevó a recorrer varios puntos de la comarca y fue espectacular. Es un lugar precioso al que me gustaría poder dedicarle más tiempo, porque voy siempre a matacaballo con la música. Yo creo que esta circunstancia nos ha dado la posibilidad de ir más despacio y disfrutar más de las cosas y de los lugares.

-¿Ha vivido en sus carnes la «madrileñofobia»?

-Pues recientemente estuvimos en un cámping de Vitoria con mis niños: las mismas personas que convivimos en Madrid, pero en el interior de una tienda. Y si que nos notamos vigilados de más, como si nos fuésemos a saltar las normas que había allí. Hubo gente que nos dijo que para qué salíamos, pero es que yo soy músico. ¡Necesito salir para comer! En Barcelona, por ejemplo, está habiendo casos de coronavirus, pero también hay un montón de festivales y de cultura en la calle; como también en Galicia, según estuve leyendo, aunque la gente parece no animarse mucho por miedo. A nosotros nos han abierto porque hay que volver a funcionar, reactivarnos; esto ya no se puede sostener más.

Más de cerca

¿Playa o piscina? Playa, por supuesto, y más viviendo en Madrid. Voy mucho por Cantabria porque tengo familia también por allí.

¿Mar o montaña? Montaña.

¿Chill out o chiringuito de verano? Chiringuito, se come buen pescadito y además apoyamos a la gente local.

¿Carne o pescado? Carne.

¿Carne o marisco? Carne también.

¿Cuál es su plato favorito? Mi mamá me hacía un plato que es pollo con arroz y champiñones y me encanta.

¿Confinamiento en la ciudad o en el rural? En el rural, sin duda.

¿Cuál fue el primer sitio que fue cuando levantaron las restricciones? Fui a montar en bicicleta por los alrededores de donde yo vivo, por la montaña.

¿Practica deporte? Mucho. Hago bicicleta e iba mucho al gimnasio, pero ahora no tanto porque me dan algo de respeto, sobre todo al tener niños pequeños.

¿Tiene miedo a volar? Para nada, me encanta viajar.

¿En qué parte del avión le gusta sentarse? Si se puede, en la puerta del ala, porque hay más sitio. Como soy muy alto necesito el espacio y siempre que puedo, y si cojo los vuelos con tiempo, elijo sitios amplios.

¿A qué lugar volvería cada año de vacaciones? A las islas Canarias, si pudiese.