El San Martiño está exiliado de O Outeiro al estar «impracticable»
15 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Lo del Ponteceso es para quitarse el sombrero. Lleva más de nueve meses, desde que disputó el penúltimo partido de liga de la pasada temporada, sin jugar en su campo de O Pinguel debido a las obras de reforma llevadas a cabo en las instalaciones. No obstante, se ha convertido en uno de los huesos duros de la Liga da Costa. Marcha tercero en la clasificación, a un punto del segundo, el Esteirana, y a cuatro del líder, el Corme. Ya lo fue en la pasada campaña bajo las órdenes de José Manuel Mato, pero en la segunda vuelta fue perdiendo fuelle. En esta, con Pablo Mallón en el banquillo, sigue al pie del cañón, pese al hándicap de jugar todos los partidos como local bien en el Platas Reinoso, de Baio, o en As Redondas, de Cabana. Pocos equipos logran esta hazaña, sin el apoyo de su afición.
Los pondalianos regresan mañana a su tierra (16.30 horas) y lo hacen por todo lo alto, enfrentándose al quinto clasificado, el San Lorenzo, que además es el exequipo de Mallón. Los dos primeros miden sus fuerzas en Esteiro, o sea que se puede apretar todavía más la cabeza de la tabla.
Independientemente de cómo termine el partido en O Pinguel, los de Berdillo, de seguro, quedarán asombrados con la calidad del nuevo césped artificial de última generación. Y es que es el primero instalado en España con la certificación de calidad más alta de la Fifa. Los pontecesáns, que ya lo pudieron probar esta semana en los entrenamientos, aseguran que el cambio es brutal; que el solo bote del balón ya es distinto. Un mejor fútbol está garantizado.
También resulta curioso ver que el San Martiño, de la misma categoría, pero en el grupo de A Coruña, lleva varios partidos disputados como local en O Carral. De hecho, hoy jugará uno nuevo en el campo de Sofán. Recibe a las 16.30 al Atlético San Pedro, un rival directo en la zona baja de la clasificación.
Explican desde la entidad que desde hace tiempo ya, se alternan cuando juegan como locales entre este campo y el de A Rega, en Cabaleiros (Tordoia), pues el suyo, O Outeiro, en A Silva (Cerceda), «dá pena», asegura el directivo Daniel Queijo. Esta instalación es propiedad del Concello.
«O céspede de herba natural está impracticable e non ten luz. Non hai baños. Os vestiarios son de hai anos e están como están», describe Queijo, que añade: «Dende que o Cerceda non existe, todos os clubs estamos moi descontentos co Concello. Vemos que non se preocupa polo fútbol. Agora mesmo, en Rodís, hai cen persoas practicando este deporte e non é normal que non se mire polo campo da parroquia. É algo que foi prometido en dous programas electorais e que a día de hoxe segue igual».
Aseguran que no juegan en el campo en el que entrenan, el anexo a O Roxo, de hierba artificial, porque «non está ben» y por «coidar os xogadores».