La 27.ª edición de esta fiesta gastronómica pasará a la historia por ser una de las más emotivas
06 jul 2019 . Actualizado a las 23:14 h.«Detrás de un percebe, de los percebes que vamos a comer, hay una mano, hay una vida, un familiar, un amigo, un hijo, un hermano... Es una reflexión: cuando tengamos el primer percebe en la boca lo debemos disfrutar como si fuera la primera vez». Hugo Dopazo es nadador de rescate en el Helimer Galicia desde hace 13 años. Junto con otros cuatro compañeros, encabezados por el comandante y piloto del Helimer 401, Fernando Rivera, fueron los encargados de dar el pregón de la 27.ª Festa do Percebe de Corme. Fue un acto sencillo, pero muy directo, emotivo. Sin un doble sentido, palabras que invitaron a la reflexión sobre los costes en vidas humanas que supone trabajar en el mar, y todo, para que los amantes de la buena gastronomía puedan disfrutar, como ayer, de los mejores crustáceos de O Roncudo.
«Marabillámonos e abraiámonos cando, dende arriba, dende o helicóptero, que é outra fermosa perspectiva, vemos como loitades co mar. Como dende as vosas embarcacións saltades cara as rochas, como pelexades para coller o percebe, para pescar... Pelexando cara a cara co mar», señaló el comandante Fernando Rivera en su intervención.
Y es que esta Festa do Percebe pasará a la historia por ser una de las más emotivas. El patrón mayor de Corme, Roberto Vidal Pombo, se estrenó como anfitrión de la fiesta y eso que conoce los peligros de O Roncudo como la palma de la mano. «Pero unha cosa é ver a festa dende a barreira e outra, estar aí, en primeira liña». Y la verdad, todo salió perfecto.
Para terminar el acto protocolario, y teniendo como pregoneros ilustres a cinco tripulantes del Helimer, miles de curiosos, turistas y vecinos vivieron en directo un simulacro de rescate en la bocana del puerto. Cientos de móviles grabaron todo el operativo, que concluyó con un aplauso unánime de los presentes.
Si hay una fiesta gastronómica por excelencia y con solera en la Costa da Morte es la del percebe de Corme. A las 12.30 horas había una cola de más de cien metros para comprar los tiques. La tirolina habilitada en la explanada portuaria empezó a trabajar desde primera hora de la mañana y no paró en todo el día. Y como suele ser habitual en estas fiestas gastronómicas, los turistas y visitantes son los que suelen degustar este manjar digno de los dioses. Como Yuri Mariño, una coruñesa, natural de La Habana, que cumple de forma escrupulosa con la tradición desde hace cuatro años: «Me encanta el ambiente, el lugar... Y no me marcho de aquí sin probar los percebes, eso por supuesto. Y el tiempo es ideal para venir».
Lo dicho, una fiesta que fue un completo éxito de asistencia. Los mil kilos de crustáceo ofertados por la cofradía se liquidaron, como se suele decir en estos casos, en un abrir y cerrar de ojos. Ver para creer.