Y aun abierto, el Vilán, en Camariñas, tiene serios problemas para sostenerse. «Telo aberto é moi complicado», según decía Olga Campos, la presidenta de los empresarios, la entidad que gestiona el recinto. Viven, básicamente, de subvenciones de entes como la Deputación o Agader. Campos, que cree que debería cobrarse una cantidad simbólica por la entrada, afirma que «un servizo público non pode manterse con cartos particulares».