Rescate en Ponteceso: «Tranquila, voy a por ti, estoy llegando»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

Ana Garcia

Dos agentes salvan a una joven perdida de noche en el Monte Branco. Ella creía que nunca llegarían

29 may 2019 . Actualizado a las 09:21 h.

Pero Rogelio sí llegó. Se cayó cuatro veces, tuvo que arrastrarse y gatear, y se dejó buena parte de la piel de las pantorrillas en las púas de los toxos. Montero García anda cerca de los 50 y es uno de los guardias del puesto de Ponteceso. Estaba de patrulla con su compañero Iván Moreira, que ronda los 40, cuando a eso de las 23.15 del lunes recibieron una llamada del 112 que los requería en el Monte Branco, que visto desde Cabana es suave arena, pero que hacia Balarés se hace bravo, hasta el punto de que es zona de percebes.

Por la zona estaba una joven de 26 años con su pareja, otros amigos y su perro. Ella reside en A Coruña, pero había ido a pasar unos días en casa de sus padres en Cabana. Mientras algunos pescaban, ella fue a pasear. Hay varios senderos por esa zona, pero hay que conocerla. Tras confundirse en varias ocasiones de camino, la chica cayó rodando y terminó en un área de difícil acceso, entre toxos y silvas de gran tamaño, ilesa, pero completamente desorientada.

Pero llevaba su teléfono, a tope de batería. «Pudo darnos su ubicación en tiempo real y al mismo tiempo fuimos manteniendo el contacto con ella», explica Rogelio Montero, todavía sin dormir para poder hacer el atestado. «‘‘Tranquila, voy a por ti, estoy llegando, pero voy lento’’, le decía yo. Y ella: ‘‘No podrás llegar. Es imposible tal como está’’». Pero Rogelio e Iván llegaron, cayéndose. En una de esas caídas, Montero García llegó a perder el equipo de transmisiones sin darse cuenta. Ayer por la mañana lo recuperaron sus compañeros.

Fue Rogelio el que se deslizó entre toxos y zarzas para llegar donde estaba la chica y su perro, en tanto que Iván quedó en la zona más accesible para darle apoyo. Los tres pasaron la noche ahí, al raso.

«Íbamos abrigados y era noche cerrada. Decidimos esperar», dice el guardia pontecesán. Poco antes de las ocho, decidieron emprender el camino de vuelta a la civilización. «Tardamos cuarenta minutos en llegar al camino, apartando silvas y toxos, teniendo cuidado del perro, uno grande y blanco, que se portó muy bien», explicó Rogelio. En línea recta, el tramo que recorrieron se haría en tres o cuatro minutos, pero, claro, en aquel maremagno de matojos llenos de pinchos no hay nada recto.

«Lo más importante era llegar a ella y comprobar como estaba. Lo hizo bien. Tenía el móvil, una mochila con agua y algo de comer... Le pasó lo mejor que le pudo pasar», explica Rogelio Montero.

Por la mañana, Protección Civil de Ponteceso esperaba a los dos rescatadores y a la extraviada con mantas térmicas y café caliente y en el puesto de la Guardia Civil le facilitaron ropa para que pudiera cambiarse. A continuación la llevaron con su pareja y sus amigos, con los que volvió a casa de sus padres. Dijo que no le hacía falta ir al centro médico y que era poco probable que volvieron a verla por ahí. «Pues nos tomaremos unas cañas por A Coruña», se despidió del sargento del puesto.